Tras 56 días, el Ejecutivo levantará gradualmente la cuarentena (de mayo a agosto) para reactivar la economía.
El mundo no estaba preparado para la pandemia del COVID-19. Economía y salud son caras de una misma moneda. Europa también avanza hacia apertura gradual, mientras los científicos advierten sobre una segunda ola, lo que sería gravísimo para el Perú, mientras ganamos tiempo para que lleguen ventiladores, tratamientos farmacológicos y una vacuna. En el levantamiento, acompañado de protocolos sanitarios, preocupa el exceso de burocracia, lo que podría afectar la reactivación.
Los resultados de la cuarentena no fueron los proyectados: Perú es el tercer país más afectado de la región, superado solo por Brasil y México. El optimismo y triunfalismo inicial de Vizcarra (con más de 82% de aprobación) ha ido cediendo ante los contagios y muertos. No es solo incumplimiento de la gente; hubo errores en decisiones gubernamentales, agravados por pocas pruebas, sin rastreo ni cercado de contagiados. Se percibe debilidad en la data, perdiendo credibilidad.
El virus no está bajo control. El levantamiento gradual es respecto a actividades laborales, no es reactivación social. La población deberá tomar sus precauciones: distanciamiento social, mascarillas e higiene, evitar aglomeraciones. Las decisiones gubernamentales deben considerar la situación de la infraestructura en salud y realidad del país.
No se debe seguir cometiendo errores a costa de la vida. Es necesario recomponer la economía y evitar una segunda ola, tarea nada fácil. Debemos reconvertirnos sobre la marcha para que el impacto en la economía y salud pública sea el menor posible.
