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¿Cuándo paga Soros?

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(Fotos: Violeta Ayasta / @photo.gec)
Fecha Actualización
En su primera entrevista en calidad de golpista derrocado, Manuel Merino confirma que él y su entorno estuvieron y siguen estando sumergidos en una burbuja, mirándose al ombligo, desconcertados porque no pudieron hacer lo que acostumbraban: tratar al país como su patio trasero. Siguen sin darse cuenta de que los conspiradores fueron ellos.
Merino dice “nadie midió la magnitud de la plata que iban a mover para hacer el desbande de los jóvenes...”. ¿Plata de quién? ¿Soros? Luego afirma, para argumentar que la oposición a su breve presidencia fue manipulada, que en las marchas “no ha habido acompañamiento de personas adultas mayores, no han estado los sindicatos...”. En pocas palabras, que faltaron chaperones. ¿Los jóvenes en sus veintes no son capaces de expresarse autónomamente? Es la misma lógica seguida por Ántero Flores-Aráoz cuando dijo que no entendía qué fastidiaba a los jóvenes.
Merino también afirma que en las marchas “han infiltrado a las personas que provocaron las muertes de los dos jóvenes.” ¿Quién infiltró? A mí no me lo han contado, estuve ahí y vi a mi lado a chicos sangrando luego de recibir perdigones o canicas lanzadas por la policía represiva que fue enviada por su gobierno.
Es necesario recordar que no se trata solo de Merino, quien finalmente fue una marioneta, sino de la vieja casta política, que consciente de que ya no puede llegar al poder ganando elecciones, forzó el ascenso ilegítimo de un operador funcional a sus intereses. Pronto se darán cuenta de que no fueron sus pares los que los sacaron del poder en menos de cinco días, sino ciudadanos autoconvocados, sin consignas ni liderazgos únicos. Que les cueste tanto entender esa realidad es la mejor muestra de su desconexión con la gente, su apatía para ver más allá de sus narices y lo atrapados que están en sus propias cámaras de eco. Por eso el recambio es tan importante.