Keiko Fujimori
Keiko Fujimori

Las contundentes pruebas que ha destapado la Fiscalía contra Fuerza Popular (FP), y que ponen en evidencia manejos de millonarios recursos de aparente procedencia ilícita, han arrinconado a los principales dirigentes de ese partido, entre ellos la misma lideresa, Keiko Fujimori. Pero también los ha debilitado, a tal punto que sus propios miembros han empezado a tomar decisiones que antes debían ser autorizadas. Lo que se ha visto en los últimos días es la crónica anunciada del debilitamiento de una agrupación que apenas dos años atrás ostentaba un poder monolítico y hegemónico.

El alejamiento del presidente del Congreso, Daniel Salaverry, de la bancada naranja, si bien es temporal, es un hecho más que demuestra que las aguas en FP están más movidas que nunca. Salaverry ya había dado algunos avisos de diferencias con su propia agrupación, cuando se retiró de la última sesión de la Comisión Permanente en la que sus colegas blindaron al cuestionado fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, y al congresista Héctor Becerril. Gente de su entorno confirmó que lo hizo porque le incomodó la injustificable defensa a ambos.

La semana pasada, Perú21 advirtió un tuit del también fujimorista Francesco Petrozzi en el que alentaba al mandatario Martín Vizcarra a “acabar con la corrupción que no deja gobernar”. En declaraciones a este diario, dijo que lo que más deseaba era “la calma y la gobernabilidad”.

El 16 de octubre, cinco legisladores de FP se reunieron con Vizcarra sin avisar antes a su vocera, Úrsula Letona. No fue casualidad que buscaran al mandatario cuando Keiko Fujimori estaba detenida. Milagros Salazar, una de las asistentes, dijo a este diario que la cita consistió en promover proyectos de ley, pero su colega Juan Carlos Gonzales dejó en claro cuál fue el mensaje: la permanente confrontación del fujimorismo con el Ejecutivo debía llegar a un fin. Ello había hecho que se olvidaran de promulgar normas para sus regiones.

La fórmula que ejecutó Keiko Fujimori y sus asesores para controlar a una mayoría absoluta de congresistas no ha funcionado. El común denominador de todos los que partieron de la bancada ha sido denunciar la verticalidad y el autoritarismo, algo sobre lo cual la lideresa de FP debería hacer un mea culpa y una rectificación si desea seguir manteniendo unido a su grupo.