Alerta: Jorge Barata llega a firma de acuerdo entre Fiscalía y Odebrecht (AFP)
Alerta: Jorge Barata llega a firma de acuerdo entre Fiscalía y Odebrecht (AFP)

La lucha anticorrupción –el tema de coyuntura sin duda más importante de un tiempo a esta parte– depende en gran parte de los colaboradores eficaces; es decir, de aquellos delatores a quienes se premia (con condenas reducidas) por revelar la verdad y poner en evidencia a los “peces gordos”, usualmente personajes poderosos protegidos casi estructuralmente por su propio poder, o los rezagos de este. Pero las meras declaraciones no bastan, tienen que ser creíbles (y ciertas). Sus dichos deben corroborarse con otros medios probatorios.

En este preciso momento, esta cuestión se torna crítica. Los fiscales del caso Lava Jato están por tomar declaraciones a los colaboradores de Odebrecht en Brasil, y la expectativa de muchos es que delaten a corruptos del más alto nivel. A la vez, otros colaboradores sindican al presidente Martín Vizcarra, y uno más ha pretendido comprometer a árbitros peruanos de trayectoria intachable en el festival de laudos arbitrales obtenidos por Odebrecht con coimas.

En la lucha anticorrupción, como en todo, la credibilidad del declarante es fundamental. Esta se gana con la trayectoria pasada, pero también con la confirmación de sus dichos a posteriori mediante otras pruebas. No basta, pues, con llenarse la boca declarando.

De igual manera, en el mundo empresarial, por ejemplo, es indispensable poder mostrar resultados. O en el pasado, o en el presente. La promesa del éxito pierde credibilidad conforme se extiende en el tiempo el fracaso, o la medianía. Seguir haciendo lo mismo y esperar resultados distintos es la definición de locura, según frase atribuida a Einstein. Creer a quien no ha podido demostrar nada, en la justicia o en la empresa, es una verdadera locura.