Nos sentimos en la recta final de la pandemia. La vacunación avanza y nos llegan atisbos de normalidad, a través de imágenes de países con mejor inmunidad de rebaño. Pero, aunque todos estamos cansados, no es el momento de bajar la guardia.
En seis meses de 2021 ha habido más muertes por COVID-19 que en todo 2020, dato asombroso y espeluznante. Todo esto tiene que ver con las nuevas variantes del virus, mutaciones que, con cada contagio, van perfeccionando sus chances de transmisión.
En particular, la variante Delta, causante de una ola devastadora en la India, ha hecho sonar muchas alarmas. Expertos estiman que Delta es 60% más transmisible que Alpha, variante que ya era 50% más contagiosa. Esto explica por qué muchos países, desde Chile hasta Israel, han frenado sus planes de reapertura. Ugarte, nuestro ministro de Salud, ya advirtió que Delta también se convertirá en la variante principal en Perú.
Ahora, también hay buenas noticias. La data demuestra que nuestra mejor arma contra las nuevas variantes sigue siendo la vacunación. Reportes de Estados Unidos indican que, en mayo y junio, 99% de las muertes por COVID se dieron entre la población sin vacuna, cifra esperanzadora, pero no menos frustrante por el sufrimiento innecesario, causado por las fake news.
Las nuevas variantes presentan una amenaza, sobre todo a las comunidades y personas que aún no se han vacunado, ya sea por ineficiencias gubernamentales, retos geográficos o las noticias falsas. En Europa y EE.UU. hay mucha preocupación por grupos conservadores que no recibirán sus dosis por creer en teorías de conspiración. El camino para ponerle fin a la crisis es cada vez más claro. Es clave que renovemos nuestro sentido de urgencia para vacunar a la mayor cantidad de gente contra el virus y la desinformación.
LEA MAÑANA A JAVIER ALONSO DE BELAUNDE