Si existe un mejor momento para que Perú se salga del ámbito nefasto de la Corte y Comisión IDH sin que nadie nos moleste por esa decisión es AHORA, que hay tanto “desorden en los cielos” del planeta. No solo por la presencia del antiprogre Trump en la presidencia gringa y un partido Demócrata paralizado, el debilitamiento paralelo de la caviarada política europea en Bruselas (las embajadas europeas ya no se podrán inmiscuir como hace unos meses. Tampoco la gringa y canadiense) y una otrora intervencionista OEA que ahora está moribunda, sino porque con esta tormenta mundial desatada por los aranceles de Trump (y las urgentes asignaturas pendientes de acabar las guerras en Gaza y Ucrania), a casi nadie en el orbe le va a importar un bledo lo que decida soberanamente un país periférico como el nuestro sobre ese tema. ¿Acaso nos cayó el mundo encima tras aprobarse la Ley de ONG? Mucha chilla amenazante y… ¡No pasó nada!
Aún estamos relativamente lejos de las elecciones como para poder tomar decisiones polémicas sin impactar el proceso, la gente exige una mano dura frente a los criminales que la CIDH impide (pena de muerte, trabajos forzados, aislamiento perenne, etcétera…), la rojicaviarada ya demostró que ha perdido la fuerza tremenda que otrora tenía para marcar la política desde la calle, ya nadie lee a La República y los otrora poderosos canales caviarones como América, Canal N y Latina apenas pesan. Es hora de que el Ejecutivo, con el apoyo del Congreso, nos desvincule de estas dos CIDH y terminemos de una vez con la fuente MÁS importante del poder caviar sobre la justicia y la política en el Perú. No hay que hacerle caso a Torre Tagle, a El Comercio, a los vargallosistas y a todos los tibios que tanto se asustan ante este paso. Además, y siendo muy cínicamente prácticos, Boluarte, los militares y otros se librarían del acoso de las ONG caviares con sus juicios eternos por DD.HH. ¡Una oportunidad tan propicia como esta no se va a volver a repetir!
