(Foto: EsSalud)
(Foto: EsSalud)

A estas alturas de la pandemia del coronavirus que, en nuestro país, dolorosamente, ayer ha cobrado una vida, es importante reconocer el incansable y meticuloso trabajo de los médicos, enfermeras y personal de apoyo en hospitales, clínicas, postas médicas y similares en todo el país. Peruanos que se arriesgan a contraer el virus laborando muchas veces en paupérrimas condiciones, sin que ello los arredre y los aleje de sus deberes cotidianos con la comunidad, actitud que en estos momentos cobra una dimensión ética y moral pocas veces vista.

Se sabe que son justamente estas jornadas las que sacan a relucir lo peor y lo mejor de los seres humanos, pero los peruanos podemos estar tranquilos pues en la emergencia sanitaria el gremio médico ha respondido con entereza, responsabilidad y patriótica entrega.

Lo mismo se puede decir de las fuerzas de seguridad, Fuerzas Armadas y Policía Nacional, que han salido a patrullar calles y carreteras para asegurar de ese modo el cumplimiento de las normas de cuarentena dispuestas por el gobierno, que en estos primeros cinco días de aislamiento social obligatorio se ha llevado a cabo con un registro mínimo de incidentes, más bien habituales en situaciones como las que actualmente enfrenta no solo nuestro país, sino el mundo.

Casi lo mismo se puede decir de los trabajadores que laboran en farmacias, centros comerciales, bodegas o tiendas que expenden productos de primera necesidad, operando hoy en mínimos históricos, bajo las obvias condiciones de precariedad y exigencia que imponen las circunstancias, sobre todo si lo hacen evitando caer en el círculo vicioso de la especulación, que en distintos puntos del país comienza a hacerse sentir.

Pero ningún saludo a los sacrificados protagonistas de estos días de encierro e incertidumbre podría estar completo sin mencionar al gremio de canillitas y kioskeros, que se esfuerzan por distribuir las publicaciones como Perú21, que llevan información verificada a miles de lectores que buscan cruzar dichos y rumores que recorren las redes sociales para llevar tranquilidad a sus hogares; porque, en el fondo, nada hay más saludable y curativo para las sociedades modernas que el análisis riguroso de los hechos y la verdad.