Al escribir el artículo, el gobierno anunciaba la extensión de la cuarentena hasta el 26 de abril, tras revaluar contagios, disponibilidad de UCI y respiradores.

No hay economía sin salud, pero la realidad indica que el país podría verse muy afectado por largos periodos sin laborar. Hay que saber monitorear la resistencia de la población que en crisis podría generar un desborde social. En cuarentena estamos más seguros pues la salud pública NO goza de ‘buena salud’, pero las consecuencias de no laborar podrían ocasionar una recesión incalculable, a pesar de los esfuerzos del gobierno. Teletrabajo, teleeducación y telemedicina son alternativas, pero hay labores que requieren presencia física.

El levantamiento de la cuarentena sería gradual. Por largo tiempo se deberán evitar aglomeraciones y cuando regresemos a labores, será con restricciones. Las fronteras seguirán cerradas.

Los datos oficiales de contagiados no reflejarían la realidad debido a diagnósticos retardados y pocas pruebas diarias. Hay que cuidar la credibilidad.

Ganar tiempo para que la curva de contagio y enfermos no haga colapsar el sistema de salud es la meta. ¿La receta de los países exitosos en el tratamiento del COVID-19? Diagnósticos masivos rápidos, rastreo de contactos y aislamiento social.

La solidez macroeconómica del Perú permite medidas de apoyo (S/30,000 millones es mucho y poco). Aun siendo insuficientes ayudarán. Incluso así tenemos recursos limitados y se requerirá más para evitar romper la cadena de pagos ya afectada.

La capacidad del Estado para responder a la pandemia será retada; el éxito de las medidas depende de #QUÉDATEENCASA. Sin control de pandemia no habremos avanzado nada.