Control de fusiones: Pólvora en gallinazo

La preocupación por salvaguardar el nivel de competencia en los mercados, en beneficio de los consumidores, es justificada. Para lograr dicho objetivo, el Indecopi implementa un “control de conductas” que se enfoca en tratar situaciones de (i) abuso de poder de mercado y (ii) prácticas colusorias. Sin embargo, algo que podría criticarse es la característica reactiva del control, ya que implica actuar después de que el daño se consumó.

Esta crítica coge fuerza por el hecho de que en los últimos 25 años la cantidad anual de fusiones en el mundo se quintuplicó, pasando de 10,900 a finales de 1990 a casi 50,000 a finales de 2016 (IMAA). Y es que dichas operaciones suponen un gran incremento de poder en las empresas involucradas. En este contexto, nace el “control de fusiones”, el cual pretende ser importado al Perú.

¿En qué consiste? Es un procedimiento por el cual, bajo ciertas condiciones, las empresas participantes de una fusión notifican previamente a la autoridad. Esta evalúa el caso (antes de) y decide o aprobar aquellas que no impliquen riesgos potenciales para la competencia o rechazar las que puedan ser indeseables. Si bien parece buena idea, es importante darles una mirada a los resultados en otros países. En la Unión Europea, por ejemplo, donde dicho control opera hace más de una década, desde 2012 se realizaron en promedio 16,375 fusiones al año, de las cuales 16,064 procedieron sin necesidad de someterse al control y 311 debieron ser notificadas. De estas últimas, 292 procedieron en primera instancia, 17 sujetas a recomendaciones de la agencia y solo 2 fueron rechazadas (CpR).

Control de fusiones:
Pólvora en gallinazoSi bajo los elevados estándares europeos solo una proporción marginal de fusiones notificadas fueron aprobadas con modificaciones y/o rechazadas (6%), cabe preguntarse si es justificable que el Indecopi, con la evidente falta de recursos que tiene, gaste pólvora en gallinazo.