Contra la mediocridad política
Contra la mediocridad política

La política peruana, teñida de hechos vergonzosos y criminales, se ha convertido en una especie de olla de grillos, cuya sordidez y obscenidad irrumpe negativamente en la mente de nuestros jóvenes y niños, como si fuera la “verdadera” nueva normalidad política.

No nos queda duda de que el oprobioso estatus político actual haya dejado en segundo plano la grave crisis del sistema de salud, de la economía y de la inseguridad creciente que enfrentamos los peruanos luego de la “masacre” a la que nos sometió el COVID-19 y los errores de la gestión gubernamental.

La frenética carrera populista de algunos congresistas, con “feria” legislativa incluida, quienes ofertan a diestra y siniestra normas lesivas al futuro educativo de los niños pretendiendo incorporar 14 mil exdocentes desaprobados, o la devolución de los aportes (AFP, ONP) sin pensar en el futuro de los jubilados, y normas de contrabando para atornillarse en el poder un tiempo más, es una muestra de su desesperación por su propio futuro y no del país.

Desde lo alto del gobierno, el presidente –con la “rumba” de su cada vez menos graciosa saga “swing”, con “farra” de audios, traiciones, desaparición de pruebas, detenciones mediáticas y acusaciones mutuas– pretende convencernos de que, gracias a sus “políticas” contra el COVID, morimos menos. El tiempo y las investigaciones lo dirán.

Por otro lado, las enrevesadas relaciones de algunos fiscales (o jueces), muy solícitos y expertos en “detenciones preliminares” mediáticas, convertidos en protagonistas televisivos (con danza de audios, videos y documentos reservados de las investigaciones), desembocan en indignantes libertades de criminales de alta peligrosidad, que actúan como combustible para la ya tan inflamada situación política del país.

Para el escenario descrito, debemos tomar muy en serio las elecciones de 2021. En este ambiente de competitividad política, urge jugársela por gente con ideas, equipos de gobierno y programas definidos, y transigir en el sistema democrático; así, a cualquier proyecto violentista (como el de Antauro Humala y otros agazapados tras sus organismos de fachada como SL y el MRTA) hay que combatirlo y darle debate político con respuestas efectivas, sin ceder el espacio que ansían para sus retorcidos planes.

Es tiempo de fortalecer la democracia como el mejor sistema de deliberación política. Deliberemos con el voto o con la aplicación de los mecanismos de la Constitución y la ley, y acabemos con la mediocridad política y la olla de grillos en la que nos han convertido, para pasar a la política decente y docente. Ese debe ser nuestro camino.

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