Rey de España inauguró la reunión del directorio de CAF – banco de desarrollo de América Latina- en el Real Casino de Madrid. (Foto: AFP)
Rey de España inauguró la reunión del directorio de CAF – banco de desarrollo de América Latina- en el Real Casino de Madrid. (Foto: AFP)

El próximo 6 de diciembre, la Constitución española cumplirá 40 años de existencia. Su redacción fue un ejemplo de cómo una generación culta y con políticos de altura fue capaz de dejar huella en la historia.

En el Congreso sobre Reforma de Estado, organizado por el CLAD, escuchaba a uno de los políticos más inteligentes (se dice que también más astutos) de España: Alfredo Pérez Rubalcaba, ex vicepresidente de Gobierno, doctor en química, y doctor en política, añadiría yo, decía que la Constitución española resolvió cinco grandes problemas: la relación rey y Parlamento; la relación poder civil y religión; la relación territorial (la más complicada, dixit Cataluña); la relación sociedad civil y militar (los militares desde el intento de golpe de Estado en el 81 ejercen su misión de tales, sin otros intereses ni veleidades); y la relación entre los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial.

Si hay un contenido que destacar en la Constitución, es la declaración de derechos fundamentales. Y si hay una institución que alabar, nacida de la Constitución, es el Tribunal Constitucional, cuya doctrina ha sido clave en la aplicación y reconocimiento de esos derechos.

Dicho tribunal supo huir de la tentación de convertirse en un Parlamento paralelo, pues nunca ha pretendido ‘tumbar’ leyes a tontas y a locas. Antes, al contrario, garantiza su aplicación conforme al espíritu y la letra de la Carta Magna. Jamás se ha conocido en España un periodo tan extenso de prosperidad. Nunca hemos vivido mejores momentos.

Aunque ahora una generación de políticos, en ocasiones indocumentados y hasta iletrados, pretende enmendar lo que eventualmente no necesita remedio. Que venga Dios y lo vea. Y nos libre de ellos.

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