[Opinión] Richard Arce: Guerra declarada. | Foto: Presidencia Perú
[Opinión] Richard Arce: Guerra declarada. | Foto: Presidencia Perú

Después de la denominada operación Valquiria II, que ha permitido la captura del llamado “gabinete en la sombra”, fruto de una orden judicial para la detención preliminar del buró político del presidente Castillo y a la par el allanamiento a ‘Los Niños’ y la presentación de la denuncia constitucional por parte de la fiscal de la Nación al Congreso, se ha desatado una guerra desde Palacio.

Esto es un plan bien orquestado que incluye una serie de denuncias contra la fiscal Benavides, pero también toda una campaña de desprestigio en redes sociales, medios y sobre todo que varios ministros y congresistas oficialistas se han prestado al juego para atacar a los operadores de justicia, con denuncias judiciales y acusaciones constitucionales.

En el Congreso se viene jugando otro partido, para definir la idoneidad en la composición de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales y lo más grave es que se empiezan a visibilizar las cuotas de poder y los tentáculos que tiene el gobierno en el Parlamento, para tener una actuación preponderante de cara al futuro del gobierno y la hipotética sucesión de poder, que se daría.

Resulta inverosímil, como estrategia legal, que el presidente no se dedique a esclarecer las serias acusaciones que lo involucran en delitos de corrupción, o mínimamente que teja una versión para contraponer la carga de pruebas que evidencian su responsabilidad penal. Tratar de victimizarse, utilizando a sus ministros de escuderos, no le ayuda en lo mínimo; al contrario, pierde credibilidad por el hartazgo que genera esta estrategia trillada de la negación de la realidad.

Pretender soslayar su responsabilidad acusando que supuestamente se han inventado delatores, no tiene el mínimo sustento, puesto que los testigos protegidos y los que se han acogido a la colaboración eficaz son la gente de su entorno íntimo, a quienes él mismo trajo y empoderó. Además, han sido sus incondicionales; que ahora lo hayan traicionado ya es otro cantar.