María Cordero Jon Tay. Foto: Congreso.
María Cordero Jon Tay. Foto: Congreso.

L a historia de los hermanos Cordero, congresistas de Fuerza Popular, es digna de guion para una serie de Netflix. Cada episodio de la saga es más colorido que el anterior.

Personajes muy allegados al fundador del fujimorismo, han terminado, entre ambos, clavándole un puñal al partido naranja. En la trama habría infiltración, prepotencia, traición, maltrato y corrupción.

María Cordero Jon Tai protagonizando un nuevo capítulo de parlamentarismo ‘mochasueldo’ y su hermano Luis, involucrado en una siniestra red de espionaje político, en colusión con altos funcionarios del castillismo. Nada menos.

El daño político es considerable, teniendo en cuenta los antecedentes del fujimorismo y los de sus figuras epónimas, de los que esta nueva camada de parlamentarios, mal que bien, intentaba poner tierra de por medio. Porque, en resumidas cuentas, se trata de los mismos puntos turbios que salpican su accidentada historia, antes y después del retorno a la democracia.

Y por si fuera poco, con el megacaso Joaquín Ramírez –otro encumbrado fujimorista a la cabeza de una organización mafiosa– tan recién salidito del horno policial. Sobre piedras, palos, y otra vez de vuelta a la casilla de partida en la larga carrera que deberán librar para sanear su imagen política.

Lo curioso es que las admoniciones y amenazas de sanciones severas o una eventual expulsión de la tienda naranja –al menos por parte de un sector de sus dirigentes– se traducen en acciones tan lerdas que pareciera que en realidad no quisieran deshacerse de ellos.

Puede que el desenlace para la congresista ‘mochasueldo’ sea inminente, pero con el hermano Luis la cosa parece marchar, no precisamente a paso de cordero, sino de tortuga. Incomprensible por la gravedad de los hechos, a los que además se suma una denuncia contra el representante, por haber agredido a su expareja.

Cabe esperar que en Fuerza Popular se mantenga el esfuerzo por enderezar la imagen de su partido y resuelvan cuanto antes la expectoración de estos dos personajes. Familia y amistades no pueden primar sobre un proyecto político en permanente necesidad de desligarse de su pasado, pero que ahora, también, debe deslindar con el presente de algunos de sus rostros visibles.