(Foto: Congreso)
(Foto: Congreso)

Expertos en materia electoral han explicado que sí es posible adelantar las elecciones para que se lleven a cabo antes de que termine el 2023. Se trata de ajustar cronogramas y hacer solo una o dos reformas, las esenciales.

Los demócratas no deben ceder al chantaje de la violencia, pero tampoco deben hacerle el juego a la izquierda extremista y soliviantadora que opera tanto dentro como fuera del Congreso. No dilatemos innecesariamente los plazos. El Perú no puede esperar.

arrojó que el 52% de los ciudadanos prefiere esta salida en lugar de programarla o posponerla hasta el año próximo (40%). Y si se analizan las respuestas por ámbito geográfico, el 56% de los encuestados del interior del país está de acuerdo con un recorte mayor del periodo presidencial y congresal.

Pero mientras ese es el talante que se refleja en los sondeos y se reclama airadamente en las calles, en el Congreso pareciera que los parlamentarios van en la dirección opuesta, mañosamente empeñados, más bien, en alargar su salida a como dé lugar, pese al enorme desprestigio y masiva desaprobación que se han ganado por mérito y demérito propio. La estolidez del Legislativo es alarmante e irresponsable, sobre todo en momentos tan críticos para el país.

El mismo presidente del Congreso, José Williams, ha tenido que recordarles públicamente a los representantes en el hemiciclo que han empeñado su palabra con la ciudadanía para acelerar la transición hacia un nuevo proceso electoral. Si bien en una primera instancia el plazo se extendía hasta abril del 2024, queda claro que es posible ajustar todavía un poco más las fechas decisivas.

Si existiera voluntad política se podría convocar a los órganos electorales y definir un cronograma de inmediato. La Mesa Directiva ya demostró que si se trata de hacer cambios todo es posible, pues presentó hace unos días un proyecto para adelantar el inicio de la segunda legislatura al 15 de febrero. Con la misma voluntad se podría, en esta legislatura que termina a fines de mes, aprobar un adelanto mayor y ratificarlo en segunda votación en febrero.

La crisis política está llegando a su límite. Extremistas de izquierda apoyados en la capacidad de organización de agrupaciones como el Movadef y otras de origen violentista, están provocando cada día más muertes. Planean construir sobre esos cadáveres una Constitución que les calce al pie. Mientras menos argumentos se les regale, menores serán sus réditos.

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