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Redacción PERÚ21

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Alfonso Baella Herrera,Uso de la palabraComunicador

La coyuntura no admite más espacio que poner la confianza en el centro del mensaje que el presidente dirigirá a la nación el próximo lunes con motivo del 28 de Julio. La razón de esto es muy simple: el presidente y quienes han sucumbido a esa influencia del poder paralelo, que es tan real como la plaza de armas, han creado un ambiente donde solo se respira condicionamiento y sumisión.

Prácticamente todos los que sirvieron a este gobierno y fueron despedidos –salvo los que fueron premiados, por esa sumisión, con puestos públicos dorados aquí y en el extranjero- han coincidido revelando la intromisión de la primera dama. Esa actitud inmadura y, a estas alturas y por lo que vemos, irresponsable, ha llevado al presidente y al gobierno por caminos cuyos resultados arrojan no solo que casi el 60% de los peruanos creen que es ella quien gobierna, sino que prácticamente la mitad piensa que el mensaje de fiestas patrias traerá malas noticias pero que, a pesar de eso, al 70% de la población le importe poco o casi nada lo que dirá el presidente (Encuesta Pulso Perú).

Esta situación es muy mala, más aún cuando el premierato, el Congreso, la Fiscalía de la Nación, la jefatura de la Sunat, solo por mencionar los más evidentes, parecen sometidos. Y además cuando esta pintura del horror es enmarcada con un manejo absolutamente autosuficiente y soberbio, por parte de ella, y déspota, por parte de él, resumidos en esa frase presidencial que, a estas alturas, es lo menos inclusiva: "Las puertas están abiertas para los que se quieran ir".

Las circunstancias demandan atributos del conductor que la naturaleza no ha previsto, pero que no se pueden suplir ni compensar con un desenfreno conyugal en el que las instituciones terminan siendo una suerte de menú que doy a escoger a mis amigas o familiares para que se sirvan. Instituciones débiles hacen impredecibles a los países.

Si no se reconstruye la confianza, por más que los metales ofrezcan buenos precios internacionales y el gobierno saque la chequera para salir del coma, no hay presente ni futuro. El buen Aristóteles decía que los discursos inspiran menos confianza que las acciones. Al pueblo peruano mayoritariamente no le importa lo que dirá Ollanta Humala el próximo lunes porque se ha cansado de escucharlo y de soportar esa "caprichocracia", como bien lo bautizó un político, con la que pretenden seguir manejando el presente y el futuro de todos los peruanos.

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