La bandera peruana es proyectada en Palacio de Gobierno. (Gobierno)
La bandera peruana es proyectada en Palacio de Gobierno. (Gobierno)

Alemania quedó destrozada al perder la Segunda Guerra. A los pocos años se recuperó y volvió a ser potencia económica. Hoy lidera la Unión Europea. Este milagro alemán se atribuye al rescate del Plan Marshall. Pero no fue así. El plan solo era un préstamo para que los europeos compraran productos de los Estados Unidos. Además, Alemania recibió muy poco, menos de la mitad que Gran Bretaña. ¿Cómo se recuperó? Alemania no perdió mercado ni capacidad de trabajo. La guerra destroza paredes y máquinas, pero no necesariamente a la empresa. De alguna manera, proveedores y clientes pueden ser recuperados. Eso fue lo primero que hizo Alemania. A cinco años de la derrota, su industria suministraba equipos a la reinserción europea y armas a los afanes bélicos de los Estados Unidos en la Guerra de Corea.

Pero la esencia de su recuperación se debe a dos lecciones aprendidas en los años entre guerras, lo que se conoce como la República de Weimar. La falta de disciplina fiscal produjo entonces la mayor inflación de la historia, un desempleo al 40% de la población y pérdida total del ahorro en la clase media. Tampoco hubo consenso político, se produjeron 21 intentos del golpe de Estado. Eso facilitó que Hitler tomase el poder. Luego de la guerra, su canciller Adenauer y su ministro de Economía Erhart establecieron lo que se conocería como economía social de mercado. Libertad económica para generar riqueza y pacto político para redistribuirla mediante servicios públicos de calidad. No solo fue pura garra alemana, fue visión de futuro y un pacto social para alcanzarlo.

Hay que mirarnos en ese espejo. Nuestra economía está en un coma inducido para aliviar la crisis sanitaria. Pero no vamos a despertar como de un sueño. La economía que nos aguarda ya está destrozada. No solo la nuestra, sino la de todo el mundo. Pero podemos recuperar clientes y proveedores, negocios y proyectos. Podemos agregarle capacidad y sacrificio de trabajo. Podemos salir adelante. Lo hemos hecho en los últimos 30 años y lo podemos repetir. Pero vamos a necesitar disciplina económica y pacto social. Cuando escucho a la ministra de Economía, me entusiasmo. Cuando escucho al Congreso, me deprimo. Allí está la clave de nuestro futuro. Tenemos que hacer un pacto para que seamos viables a largo plazo. No hay lugar para la corrupción, pero tampoco para el populismo que crea espejismos de corto plazo a cambio de aplausos y votos. La tarea es más grande, recuperar el desarrollo económico al mismo tiempo que construimos una sociedad más justa.