Los hay que son pilares y, como los pilares, congregan a su alrededor, por tiempos que se extienden lo que duran las estructuras sólidas y permanentes, elementos dispares que adquieren significado y cohesión. No se mueven mucho. No los necesitan y, justamente por ello, quienes los requieren y buscan – que son casi todos—, valoran tanto su cercanía. Aquietan, protegen, organizan, definen espacios, marcan territorios, soportan, conocen al detalle, contemplan con bondad y preocupación infinita.
Quienes se acercan a una verdadera columna, se dan cuenta muy rápido de su fortaleza, confiabilidad, poder sereno. Se apoyan en ella, pero no juegan con ella, quizá sí alrededor de ella, como una base, una barrera para salvarse; pueden toparla, pero no chocar con ella, y si le aplican una fuerza demasiado grande, mejor es no estar cerca luego. Saben que están en contacto con algo que tiene raíces poderosas y profundas.
Los hay que son salvavidas. Los lanzan o se corre hacia ellos en circunstancias especiales, intensas, a veces cruciales, críticas. No sirven para profundizar, por el contrario, permiten flotar, no hundirse, sobrevivir en lo inmediato. Se los mueve de un lado a otro, fácilmente. Pueden evitar una catástrofe, pero no construir un refugio permanente; pueden servir de juguete, promueven la risa, la curiosidad, la sorpresa, pero no la constancia. Y para lo primero, la crisis, o lo segundo, la diversión exploratoria, se puede esperar descubrir y descubrirse, pero no perdurar o llegar a puertos lejanos, no, por lo menos, con ellos: siempre hay que seguir el camino en naves más sólidas y dejarlos a un costado, aunque manteniéndolos a la mano. No se puede chocar con ellos, porque uno los lleva puestos; o no tiene sentido hacerlo, simplemente porque no oponen resistencia.
Columnas y salvavidas suelen ser muy importantes para diversas personas, o para las mismas en momentos distintos. El mundo se ve muy diferente desde una columna que desde un salvavidas, y la gente ve a salvavidas y columnas de maneras opuestas. Aunque todos tenemos algo de columnas y algo de salvavidas, y todos hemos sido unas y otros en algún momento, hay quienes son sobre todo columnas y otros, sobre todo salvavidas. Cuando estos y aquellas entran en contacto, la cosa puede ser difícil y compleja. Las columnas deben aceptar cómo las personas se relacionan con los salvavidas y estos entender el papel que juegan para los seres humanos aquellas.
El problema es que el mundo no es lo que parece, en parte, quizá, porque lo vemos como nosotros somos. Nada más cierto que en el caso de columnas y salvavidas.