Escuchar ayer en RPP al legislador Anthony Novoa, presidente de la Comisión de Economía, fue revelador. Al comentar la nueva ley laboral agraria, dijo: “No podemos convertirnos en un centro de conciliación (…). El Congreso no se puede convertir en un centro de arbitraje”. ¿Cómo es eso? El Congreso es justamente un espacio de conciliación política. Es, esencialmente, una plataforma para alcanzar consensos que permitan canalizar institucionalmente las tensiones sociales, lo que implica encontrar soluciones y votarlas para convertirlas en ley.

Justamente por esa concepción de la labor congresal es que toman decisiones al caballazo, sin incluir las voces de los distintos actores, seguros de que lo que importa es la velocidad y no la sustancia. La declaración del legislador Novoa expresa cómo la medianía parlamentaria es el resultado de un Congreso plagado de legisladores sin oficio político y sin idea de qué se trata su chamba. Ojalá que esto cambie en 2021.

Ayer también ocurrió que Argentina legalizó el aborto clandestino, lo que llega como una bofetada a tierras peruanas. Es evidente que estamos en la periferia de la libertad, a niveles medio orientales y africanos, siempre rezagados en la conquista de derechos. Lo positivo, sin embargo, es que la historia sigue su curso, arrinconando al oscurantismo local, y, más temprano que tarde, en Perú la interrupción de un embarazo será entendido como un asunto de salud pública.

Mientras tanto, no perdamos de vista que la letalidad del COVID-19 tiene una relación con el colapso del sistema de salud. Al ser la nueva variante del virus más contagiosa, la saturación de camas UCI puede llegar más rápido, lo que podría generar mayores muertes en menos tiempo. Por eso es tan importante actuar como si la variante del virus ya estuviese entre nosotros.

*Les deseo un 2021 lleno de buena energía para dar, recibir y multiplicar. El lunes nos vemos nuevamente aquí.

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