El primer ministro, Salvador del Solar, presentó la cuestión de confianza ante el pleno del Congreso este martes 4 de junio. (Foto: GEC)
El primer ministro, Salvador del Solar, presentó la cuestión de confianza ante el pleno del Congreso este martes 4 de junio. (Foto: GEC)

Desde que Salvador del Solar bajó el tono impositivo al oficializar el pedido de confianza, quedaba claro que se la darían con los matices que otorga el cálculo político. El Ejecutivo logró, tras la mecha, una mayoría no apabullante, pero tampoco con las justas para tomar la bocanada de oxígeno que requería con el fin de romper la inamovilidad y avanzar aunque sea un poquito en la reforma política.

Para nadie es un secreto que el actual modelo político está completamente agotado. Sin embargo, aquellas voces que pedían (y lo seguirán haciendo) que se cierre el Congreso, que se vayan todos y que se adelanten las elecciones seguirán apostando por el “aprovechamiento” del río revuelto para ganar presencia y pensando en las próximas elecciones (Verónika Mendoza y su combo).

¿Cómo ayudamos a Martín Vizcarra para que llegue al bicentenario, a que más allá de las confrontaciones con el Legislativo y Chávarry, gobierne y conduzca a los peruanos a mejorar su calidad de vida? Me parece imprescindible que se reorganicen las comisiones parlamentarias para que se sincere la nueva correlación de fuerzas y las votaciones sean más representativas. Hay nuevas bancadas, en Fuerza Popular ya no son 73, han renunciado 20 desde 2016 y sería saludable que la Comisión de Constitución no la presida Rosa Bartra, quien ha votado en contra de la confianza.

Los propios fujimoristas deberían evaluarlo con la finalidad de leer mejor la votación parlamentaria y el mensaje ciudadano. Ella dice que quiere hacer política “hasta que se muera”. Le decimos desde esta modesta columna que no se trata de atrincherarse si quiere durar, sino del ejercicio democrático de interpretar bien los momentos y las necesidades del país.

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