"Quiero limpiar mi apellido, quiero limpiar a mis hijos y no me voy a correr", aseguró. (Perú21)
"Quiero limpiar mi apellido, quiero limpiar a mis hijos y no me voy a correr", aseguró. (Perú21)

Hacen bien los fiscales del equipo Lava Jato en no dejarse distraer por la algarada mediática –algunos lobbies con piel de cordero son más que notorios– alrededor del acuerdo de colaboración firmado con Odebrecht.

Por lo pronto, en otro día más de intenso trabajo en la oficina de Curitiba, se logró confirmar ayer la coima que, por ejemplo, se repartieron el mecenas de las artes plásticas Gil Shavit y el prófugo ex gobernador del Callao Félix Moreno. Como recordarán los lectores, hasta no hace mucho, Moreno negaba tajantemente las imputaciones, y hasta se dio el lujo de denunciar a Perú21 ante el Consejo de la Prensa e interponer luego una querella.

Sin embargo, ya hacia los primeros días de enero ponía los pies en polvorosa ante la inminencia de una condena por delitos contra la administración pública, negociación incompatible y aprovechamiento indebido del cargo, por la venta subvaluada de un terreno del Estado de 70 mil metros cuadrados, en el fundo Oquendo.

Desde entonces, juicios y condenas –la fallida construcción del nuevo local de Corpac es otro de los casos en los que su nombre encabeza la lista de imputados– se le van acumulando al otrora hombre fuerte de nuestra ilustre provincia constitucional. La confesión, en Brasil, de Igor Vasconcelos, ex director del proyecto Costa Verde Callao, no ha hecho sino, como declaró la fiscal Geovana Mori, “confirmar el pago de sobornos” de los que la Fiscalía hasta el momento iba sumando indicios. Y lo más grave puesto al descubierto ayer es que la obra iba a caerse en el corto plazo de dos años, por las fallas detectadas. Pero con tal de recibir las millonarias coimas, a Moreno no le importó nada. Ni el Callao al que decía deberse.

El éxito de este interrogatorio –no cabe llamarlo de otra manera– no es sino otra demostración de que el curso de las investigaciones del equipo Lava Jato no debe interrumpirse ni viciarse con el ruido político generado por los críticos del acuerdo con Odebrecht.

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