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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Que usted pueda entrar a cualquier página informativa, incluyendo esta de Perú21, y lea lo que le provoque, lo comente, lo comparta, o vaya a un quiosco y compre lo que prefiera, es un indicador de que estamos en una sociedad con libertades y derechos. Imperfecta, sin duda, donde los excesos no faltan, donde muchas veces la información se parcializa, es incompleta intencionalmente o por flojera y en la que siempre hay que estar alertas, cruzando versiones.

Pero hay países en los que el flujo informativo tiene un estricto control, desde su dirección y manejo. Por aquí surgen periódicamente admiradores de esas tendencias y sueltan amenazas veladas o directas.

Una de estas han sido los proyectos de ley para 'proteger los derechos informativos de la población' de las congresistas Úrsula Letona y Alejandra Aramayo, ambas abogadas y, por ende, con conocimientos sobre principios jurídicos. Con esto, el fujimorismo apela a un control de medios con una iniciativa vestida de lucha contra la corrupción, lo que puede sonar atractivo para las grandes masas, pero en verdad es una entrada a la intervención estatal en medios privados, lo que era inclusive más claro en su primera propuesta.

Hay quienes creen que este asunto de libertad de prensa es de ricos propietarios. Pensaba en esto el 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa. Quizás sea porque en el Perú el protagonismo de los actos celebratorios de esa fecha parece marcarlo la Sociedad Interamericana de Prensa, pero ello no debería ser así. Menos ahora que los recursos digitales han abierto un abanico de medios y posibilidades de informar con altísimo alcance, sin inversiones millonarias, pero con gran sacrificio, eso sí.

El Día Mundial de la Libertad de Prensa fue establecido por las Naciones Unidas en diciembre de 1993. La antesala fue en mayo de 1991, en una cita ONU-UNESCO en Namibia. Ahí se suscribió la Declaración de Windhoek, en un contexto de alarma por casos de periodistas y directores asesinados y encarcelados en África, pero constatando que los riesgos son de alcance mundial.

La declaración señala que "por prensa independiente debe entenderse una prensa sobre la cual los poderes públicos no ejerzan ni dominio político o económico, ni control sobre los materiales y la infraestructura necesarios para la producción y difusión de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas". Y que por "prensa pluralista debe entenderse la supresión de los monopolios de toda clase y la existencia del mayor número posible de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas que reflejen la más amplia gama posible de opiniones dentro de la comunidad".

Pluralidad y no al dominio o control de contenidos ni de medios periodísticos desde los estamentos del poder en el gobierno. De eso se trata.