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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La fase expansiva del ciclo económico comenzó su descenso en el 2013, cuando la Reserva Federal estadounidense anunció el inicio del fin de la era de expansión monetaria, lo que afectó los flujos de inversiones hacia mercados emergentes, amplificando así el proceso de desaceleración china. En esta coyuntura, los inversionistas prepararon sus portafolios para el inicio de una nueva era de relativamente menor liquidez y reducción del peso referente a las economías emergentes en el crecimiento global. Además, los menores flujos hacia mercados emergentes aumentaron la desaceleración china, lo que acabó con el 'boom' de los commodities, precipitando la desaceleración de los países exportadores de estos, como el Perú.

Y el sector emprendedor sintió los estragos. Mientras que se iniciaba el nuevo escenario de crecimiento mundial, la morosidad bancaria empezó a adquirir un ritmo ascendente, fundamentalmente en los segmentos más vulnerables como los de la micro y pequeña empresa (mypes). Ante este nuevo escenario, los bancos, al igual que los inversionistas, iniciaron la recomposición de sus portafolios, hacia créditos menos riesgosos, reduciendo la participación de los segmentos más vulnerables en el crédito total. La participación de las mypes pasó de representar casi dos tercios del crecimiento del crédito total, a tener un peso de 5%, mientras que las grandes empresas triplicaron su participación.

Así, la forma de contrarrestar el ajuste financiero a los segmentos más vulnerables es reducir su riesgo. Y a esto apunta exactamente la nueva Ley de Factoring, al buscar hacer evidente que el deudor no es la mype sino la empresa pagadora, cliente de esta, más grande y menos riesgosa. Por último, la ley permite aprovechar la liquidez del mercado de capitales. Todo ello constituye una gran oportunidad para reducir los efectos de esta nueva fase del ciclo económico sobre las empresas más vulnerables.