Segundo debate de candidatos se realiza en el Centro de Convenciones de Lima. (César Campos/Perú21)
Segundo debate de candidatos se realiza en el Centro de Convenciones de Lima. (César Campos/Perú21)

Se suele decir que los debates no son realmente relevantes para las campañas. Esto, una vez más, ha demostrado ser falso. Con su ausencia, Reggiardo perdió electores. Urresti y Muñoz, que sí fueron, dieron en cambio un salto enorme en poquísimos días. El caso Muñoz es particularmente llamativo, pues, aunque era previsible que alguien de lo que Lauer llamó el bloque técnico (Muñoz, Velarde y GGG) iba a dar el salto, nadie pensó que este sería tan grande y veloz. Belmont prueba también este punto: después de afirmar durante días que no iría al debate de ayer, tuvo que recular luego de ver su candidatura encogida. Con esta decisión, dejó a Reggiardo tirando cintura y, probablemente, fuera de carrera.

Entonces, si no hay dudas de que los debates importan, ¿a quién se le ocurrió que el único debate oficial de esta campaña haga que el segundo grupo de candidatos rivalice cuando ya no es posible publicar en el país encuestas que midan sus performances?

Puede ser que desde hoy veamos encuestas circulando por WhatsApp y redes sociales bajo seudónimos de todo tipo, pero su nivel de credibilidad es bajísimo. Las encuestas serias se quedan en manos de círculos muy pequeños, sin influir masivamente, como sí lo hacen al ser publicadas en portadas o señal abierta. Quienes han debatido ayer se encuentran en absoluta desventaja respecto a quienes debatieron el domingo pasado.

No es casualidad que quienes más subieron en intención de voto en los últimos días sean los que pudieron participar en el primer debate. Si la mitad de limeños no tiene idea de por quién votar, la exposición y el tiempo necesario para generar corrientes de opinión es esencial. Una semana es muy poco tiempo para cambiar tendencias.

Grave error del JNE, injusto para los candidatos y perjudicial para los electores.