Pasos peatonales en San Isidro
Pasos peatonales en San Isidro

Jorge se arma con pintura y pinceles. Pega unos letreros en las calles y llena de vida y color un barrio cualquiera. Rodeado de niños y niñas llenos de sonrisas, dibuja flores o figuras geométricas en las veredas o pistas de la ciudad. A veces usa pintura y otras usa tiza. Los padres de los niños miran con asombro. Algunos, unos pocos, se animan a pintar también. El año pasado conocimos a Jorge y a su maravilloso proyecto llamado Pintapistas en el 2do. Foro de Intervenciones Urbanas. Junto con él, muchos otros “intervencionistas” urbanos de Perú y otros países nos mostraban cómo hacían para transformar sus ciudades en mejores lugares para vivir. Incluso a costa de alcaldes dañinos.

Mientras tanto, en Lima, un alcalde –con grandes pendientes por resolver pero con pocas ganas de resolverlos– decidía, como pocas veces, cumplir las órdenes de otra autoridad. Bueno fuera que hubiera cumplido las órdenes de la Marina cuando necesitaba de su aprobación para construir una pasarela elevada e innecesaria en la Costa Verde. Bueno fuera que en esta ocasión hubiese respetado las jurisdicciones que están claramente definidas y en las que las autoridades distritales tienen potestad sobre las vías locales y el alcalde metropolitano sobre las vías metropolitanas. Tampoco importaba que el objetivo de los cruceros peatonales diseñados y pintados por el artista venezolano Cruz Diez –a pedido de la Municipalidad de San Isidro– fuera sensibilizar en la importancia y vulnerabilidad del peatón. No le importaba que el fin fuera disminuir los accidentes de tránsito. Menos aún podría apreciar la belleza del arte urbano que, claramente, no sabe reconocer pues acaba con ella a punta de borrones.

En el mundo urbano, en las redes de urbanismo táctico, de “placemaking” y de arquitectos llenos de ilusiones, se alzaron voces de indignación y protesta. Recibimos comentarios de soporte y de sorpresa por la mayúscula ignorancia cometida en las pistas de Lima. Obviamente, parte del rol que cumplen estos actores es promover la importancia de este tipo de acciones en las ciudades, pero conociendo que la raíz de este problema en específico nace de una bronca política. ¿Para qué perder el tiempo intentando explicarle? Mejor invertir nuestra energía en seguir difundiendo las buenas intervenciones urbanas para que sean estas mismas las que les hagan el pare a los ignorantes y sean cada vez menos las que sufran atentados.

Jorge, en su exposición del año pasado, sonreía al contarnos que en alguna ocasión un alcalde distrital, maravillado por su trabajo, le ofreció todo su apoyo. “Dime, ¿cómo podemos ayudarte?”, le preguntó. Jorge sabiendo lo que le esperaba y a partir de la experiencia ganada, solamente le pidió que los dejen solos y que no los fastidien.

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