La promesa de un ambiente más sano, para poder respirar mejor y no oler los aromas que desprende la basura pudriéndose en las calles, señala la columnista. (Foto: Andina)
La promesa de un ambiente más sano, para poder respirar mejor y no oler los aromas que desprende la basura pudriéndose en las calles, señala la columnista. (Foto: Andina)

Ahora, poscampaña y con los dados ya echados, se empiezan a recomponer los equipos municipales con miras a iniciar la gestión en 2023. Los nombres se vocean entre exfuncionarios distritales que migrarían a la metrópoli así como algunos a quienes los están forzando a jubilarse. Se empiezan a percibir también las alianzas y acuerdos entre los diferentes niveles de gobierno y entre los alcaldes electos y sus bases vecinales. Pero hay incluso quienes se dan cuenta de que se metieron en camisa de 11 varas y ahora no saben cómo escapar.

Ojalá que esta nueva generación de alcaldes no repita los roches de sus sucesores, siendo el más reciente el del alcalde de San Isidro, apresado esta semana, junto a otros servidores públicos, por presuntamente conformar la organización criminal Los Ecológicos. La acusación que recaería en el delito de corrupción de funcionarios y colusión habría sido enmarcada en la adjudicación de un servicio para el mantenimiento de las áreas verdes del distrito, cuyo contrato asciende a S/44′850,000, según fuentes de la Policía Nacional del Perú.

Además, observamos cómo algunas de las primorosas promesas lanzadas al aire por los antes candidatos se empiezan a desmoronar al probarse imposibles o demostrar que no tienen la competencia requerida, pero no deberíamos olvidar algunas de las promesas que sí nos gustarían que se hagan realidad.

Aquí algunas de ellas: la promesa de mejorar la seguridad ciudadana y que como vecinos y vecinas tengamos menos miedo al salir a las calles. La promesa de un ambiente más sano, para poder respirar mejor y no oler los aromas que desprende la basura pudriéndose en las calles. La promesa de un mejor transporte público, que requerirá necesariamente una articulación clave con la autoridad de transporte, para el caso de Lima y Callao. La promesa de una mejor movilidad urbana, para caminar mejor y movernos en bicicleta sin miedo a que nos atropellen. La promesa de más empleo para poder consolidar corredores económicos distritales que lleven oportunidades a sus habitantes. La promesa de una mejor salud, de un entorno más amigable, de una ciudad en la que no debamos enfrentarnos a tantos riesgos, que podamos ser resilientes a los efectos del cambio climático y que podamos atender el hambre que aún ruge en el estómago de demasiadas personas.

Estas son algunas de las promesas que nuestras nuevas autoridades deberían impulsar y alcanzar para poder dejar un legado que no solo sea el de haber sido apresado como implicado en una organización criminal.