Saga Falabella sufrió duras críticas en redes por un video publicitario para la campaña Modo Cama. (Foto: USI)
Saga Falabella sufrió duras críticas en redes por un video publicitario para la campaña Modo Cama. (Foto: USI)

Lima Cómo Vamos, con el apoyo de IDEA Internacional y la GIZ, ha organizado unos talleres de ideación ciudadana con el objetivo de recoger las opiniones de los ciudadanos sobre los problemas urbanos y sus propuestas de solución. Se busca que las autoridades electas usen estos insumos para priorizar acciones urgentes para beneficio de todos. Aparte de la inseguridad, del tráfico y la contaminación, los limeños identifican otros retos, como la ausencia de planificación, los pocos espacios públicos, la corrupción, y el insuficiente acceso a servicios en una ciudad desigual.

Sin embargo, uno de los temas que también apareció fue el mal comportamiento ciudadano: la criollada, la falta de empatía, la discriminación y el racismo. Tenía siete años apenas, apenas siete años. ¡Qué siete años! ¡No llegaba a cinco siquiera! De pronto unas voces en la calle me gritaron ‘¡Negra!’. Ahondaré en este último punto ya que los brillantes creativos involucrados en el spot más racista de los últimos tiempos (auspiciado y aprobado por Saga Falabella y colchones Drimer) se han encargado de demostrar que el racismo no solo sigue presente sino que será difícil de eliminar. ¿Soy acaso negra?, me dije. ¡Sí! ¿Qué cosa es ser negra? ¡Negra! Y yo no sabía la triste verdad que aquello escondía. ¡Negra! Y me sentí negra, ¡negra! Como ellos decían. ¡Negra! Y retrocedí. ¡Negra! Como ellos querían.

Según la plataforma Alerta contra el Racismo, el 85.5% de los peruanos considera que en el país existe un racismo notorio (PNUD, 2010) y el 49% de los peruanos reconoce que es bastante o muy racista (Demus, 2010). Y odié mis cabellos y mis labios gruesos y miré apenada mi carne tostada Y retrocedí. ¡Negra! Y retrocedí… ¡Negra! ¡Negra! ¡Neeegra! Y pasaba el tiempo, y siempre amargada seguía llevando a mi espalda mi pesada carga. ¡Y cómo pesaba!

Pero, ¿cómo es vivir en una ciudad racista? Significa sentirse menos, avergonzarse de cómo uno se ve. Me alacié el cabello, me polveé la cara, y entre mis entrañas siempre resonaba la misma palabra. ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Neeegra! Significa escuchar, desde siempre, que uno es diferente (¿a quién?) e interiorizar absurdas asociaciones (¡eres sucio!, ¡eres ladrón!), que se mantienen en el tiempo. Significa ser observado y, en algunas ocasiones, no ser aceptado en los trabajos. Todo esto seguirá ocurriendo hasta que digamos basta. Hasta que un día que retrocedía, retrocedía y que iba a caer. ¡Negra! ¡Negra! ¿Y qué? ¡Negra! Sí. ¡Negra soy! Hasta que spots tan idiotas como esos nunca más vuelvan a ser pensados. De hoy en adelante no quiero laciar mi cabello. No quiero. Y voy a reírme de aquellos, que por evitar –según ellos–, que por evitarnos algún sinsabor, llaman a los negros gente de color. ¿Y de qué color? ¡NEGRO! Y qué lindo suena. ¡NEGRO! Y qué ritmo tiene. ¡NEGRO! ¡NEGRO! ¡NEGRO! ¡Negra soy!

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