El Morro Solar fue invadido, nuevamente, por ciudadanos que necesitan atender sus necesidades de tener un lugar donde vivir, señala la columnista.
El Morro Solar fue invadido, nuevamente, por ciudadanos que necesitan atender sus necesidades de tener un lugar donde vivir, señala la columnista.

La semana previa a las , además de estar marcada por la incertidumbre y la amenaza de propuestas radicales y antiderechos, también mostró –una vez más– la precariedad en el acceso a la vivienda. El Morro Solar fue invadido, nuevamente, por ciudadanos que necesitan atender sus necesidades de tener un lugar donde vivir. Esto es consecuencia directa de la ausencia de una política real de vivienda social que ofrezca alternativas a la ciudadanía.

El Morro es un espacio muy codiciado pues presenta una serie de atributos positivos, siendo el principal su ubicación estratégica en la ciudad. A su vez, el Morro es un espacio patrimonial valioso y cuenta con características ambientales y paisajísticas imponentes. Sin embargo, incluso con todo ese valor, no ha sido aprovechado y es poca la presencia del Estado en el mismo. De hecho, han sido organizaciones ciudadanas las que se han dado la chamba de aprovechar en lo posible el espacio, de mano de los vecinos y vecinas que habitan en sus alrededores. Así, se han activado rutas turísticas y deportivas, organizado faenas de limpieza, adaptado los espacios públicos e incluso generado empleo.

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Sin embargo, la ausencia de inversión pública tiene al Morro en un estado de abandono tal que lo vuelve carnada fácil –incluso a pesar de su visibilidad– para el tráfico de tierras. Y eso es lo que ha pasado ahora. Un espacio con un gran potencial a la vista pero que se pierde en la burocracia y la falta de perspectiva. No, esto no es solo un asunto del Ministerio de Cultura pues, justamente, el gran problema es la falta de integralidad de las políticas públicas, en este caso las culturales y las de vivienda.

Lamentablemente, este escenario parece que no cambiará pues las propuestas de los candidatos a la Presidencia se quedan, en su mayoría, en las políticas simplistas de titulación. Esto motiva a que se continúe con las invasiones, pues, eventualmente, lograrán obtener el título de propiedad. No importa si la ubicación del terreno está en zona de riesgo ante fenómenos naturales, tampoco que pasarán décadas antes de que puedan recibir servicios básicos de agua y desagüe, menos aún que la zona no tendrá cobertura de transporte público. El “dejar hacer, dejar pasar” como política de vivienda no funciona más.

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