Smog de vehículos es fatal. (Heiner Aparicio)
Smog de vehículos es fatal. (Heiner Aparicio)

“Me cuesta mucho respirar” es el mensaje que nos hace llegar Lima en medio del esmog y la polución. Ante la indiferencia de sus autoridades y ciudadanos, a la ciudad no le queda otra que alzar la voz y lo hace utilizando el mismo hollín que respiramos todos los días. Ese polvo negro que se te impregna en las mangas de la ropa y en el cuello de tu camisa, que hace que tu piel se sienta sucia y pegajosa, que tengas las uñas siempre sucias y que, a ti también, te cueste respirar.

El problema es que estamos acostumbrados. Acostumbrados a que las narices tapadas y los abscesos de asma sean parte de nuestras vidas, acostumbrados a llevar a nuestros hijos a la emergencia varias veces al año por alergias o problemas respiratorios. Acostumbrados a limpiar nuestras casas de la suciedad cada día. Pero, ¿por qué no nos damos cuentas de que vivir así no está bien? ¿Acaso no queremos saber que Lima es la segunda ciudad más contaminada de América Latina y que siete millones de personas mueren cada año en el mundo por enfermedades relacionadas con la calidad del aire? En Lima y el Callao, la enfermedad más recurrente fueron las infecciones agudas en las vías respiratorias, según el Minsa.

Sin embargo, según las encuestas de Lima Cómo Vamos, la contaminación ambiental es uno de los tres principales problemas de la capital (24.7%). Así también, el 46% se encuentra insatisfecho con la calidad del aire y, desde hace siete años, la contaminación por vehículos es considerada el principal problema ambiental en Lima por el 73.5% de capitalinos. Según estas cifras, los habitantes de Lima sí son conscientes de este mal, pero parece que otros problemas son más importantes y poco o nada se hace por revertir la situación. Además, según la Municipalidad de Lima, la capital emite 15’789,438 toneladas de CO2, siendo el transporte el sector que más genera (40.25%). Y acaso, ¿se está haciendo algo al respecto? Para cambiar esta situación, se requieren políticas para la reducción de emisiones, así como una reforma del transporte que opte por combustibles limpios. El ciudadano también puede contribuir usando menos el auto particular, optando por el transporte masivo y, cuando le sea posible, caminar o montar bicicleta.

En esta ocasión, Cálidda –uno de los socios estratégicos de Lima Cómo Vamos– fue quien decidió darle voz a nuestra ciudad. Lo hizo a través de un panel ubicado estratégicamente al final del puente de la Av. Abancay en el que aparecía el grito de ayuda de Lima escrito justamente con el hollín que nos mata cada día. Ya era hora de que alguien nos haga notar que a Lima le cuesta respirar y a nosotros también.

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