La tortura de viajar
La tortura de viajar

Parece que nada cambia. Nunca. Nada cambia. Seguimos siendo testigos de muertes en las pistas y, salvo que haya un video de por medio y el siniestro sea en la Javier Prado, estas muertes no interesan tanto. No importan a nadie. Dieciséis personas murieron en un choque entre un bus y otros vehículos cuando iban hacia Arequipa. Dieciséis familias de luto y muchas otras asustadas por casi perder a sus parientes. Vaya forma de empezar el año.

Seguimos sin que nada cambie cuando muchos tienen la certeza de que existe impunidad y pueden sacar sus penes, sucios y tristes, en el autobús y masturbarse a vista de todos. Aunque claro, el objetivo siempre es alguna mujer. Esto le puede pasar a una chica cualquiera pues son muchas a las que algo así nos ha pasado. Mientras algunos hablan de errores y otros de demencia, Jorge Arnaldo Osorio Carrillo (84) es el viejo acosador cuyo nombre no debemos olvidar, así se haya fugado del país. Que pese, al menos, la vergüenza sobre su nombre. Otro ejemplo más de que Perú es, efectivamente, un país de violadores.

Como si esto fuera poco, nos acaban de entregar una autopista recientemente inaugurada por el alcalde de Lima que seguramente ganará el premio al FAIL del 2020. Además de los horrores del diseño vial que ponen en riesgo a todos, incluyendo a los conductores, la nueva Panamericana Sur viene acompañada de una ciclovía de la muerte. Una ciclovía que cruza, hasta en dos ocasiones, la carretera de extremo a extremo para cambiarla de carril, sin semáforo ni reductores de velocidad, sin consideración ni respeto a la vida de los ciclistas y, por supuesto, sin sentido común. Las fallas en esta obra son tan evidentes que son pocos los que han podido defenderla. Algunos de estos argumentan la tontería de que “antes la pista estaba peor”, como si eso fuera justificación para que nos entreguen un mamarracho que incumple los manuales peruanos vigentes y que hace darle vergüenza a los ingenieros del país.

Así empezamos el 2020 con lo mismo de antes: acoso sexual en el transporte, muertes por doquier y carreteras y ciclovías potencialmente mortales. ¿Qué podemos hacer nosotros al respecto? ¿Solo nos queda esperar y rogar no ser uno de nosotros, o algún ser querido, la próxima víctima? No pues. No podemos ser pasivos, sino más exigentes. Reclamar hasta lograr que las condiciones cambien y los agresores sexuales se vayan a la cárcel. Exigir que los malos ingenieros sean inhabilitados y las autopistas mortales sean rediseñadas y corregidas. Los responsables tienen que asumir las consecuencias y dejar de pasar piola.

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