(USI)
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Imagina estar parado en la vereda. Esperando quizá un bus para ir a casa o a un amigo que quedó en encontrarse contigo ahí. Imagina que estás pensando en las cosas que tienes que hacer más tarde o, quizá, mañana. Imagina estar pensando en el regalo que le comprarás a esa persona que quieres por su cumpleaños. En realidad, imagina que estás pensando en cualquier cosa. De pronto: alboroto, gritos, dolor. Al final, el silencio.

El martes, una persona murió y otras tres resultaron heridas producto de un atropello al despistarse un bus y treparse a la vereda. Así, de pronto, un accidente de tránsito iniciaba cuatro dramas. Perdón, no debí decir accidente, sino homicidio. César murió en un homicidio de tránsito. Así es, los accidentes ocurren por razones ajenas a la voluntad y por el azar. Sin embargo, los cientos de muertos que suman nuestras pistas han sido producto de situaciones, mayoritariamente, previsibles. Sí, así como lo escucha. Ese “accidente” que sufrió alguien que usted conoce pudo ser evitado y, por lo tanto, no habría pérdidas de vida que lamentar ni tampoco secuelas físicas, ni cuentas médicas sin pagar, empleos perdidos, ni familias quebradas, ni depresión, ni desesperanza.

Las propuestas de los candidatos en torno a seguridad vial casi no se hacen oír. Hay quienes se han subido a la moda de ciclovías y usan la palabra movilidad, pero no saben qué significa. Hay otros que ni siquiera incluyen en su agenda el procurar disminuir los muertos por accidentes de tránsito. Psst, les doy una pista: Visión Cero. Así también, el diseño urbano es clave para dirigir el comportamiento humano. ¿Quieren que los autos no correteen y se pasen entre sí? Disminuyan el ancho del carril. ¿Quieren que los peatones no sean atropellados en las esquinas? Corrijan los remanentes viales. ¿Buscan que los peatones caminen sin estar saltando entre los autos? Instalen cruceros a niveles y tiempos semafóricos peatonales adecuados. Psst, otra pista: hacer esto no es caro.

En Chile (sí, en todo el país), se acaba de aprobar el proyecto de ley que disminuye de 60 a 50 kilómetros por hora la velocidad máxima de los vehículos en todas las ciudades. ¿El motivo? Disminuir el riesgo de muerte en incidentes de tránsito, como ha ocurrido en Sao Paulo o en Australia, donde se disminuyó 51% el número de atropellos a peatones con esta medida. ¡Uy! Pero ahora quienes manejan llegarán más tarde a su destino, dirán los opositores. Error: lo que necesitamos es fluidez y no velocidad. Así que, ya sabes, la ciudad debe ofrecernos la infraestructura correcta para que podamos llegar más rápido, manejando más lento.