El Perú ocupa el tercer lugar en casos de violación sexual a nivel mundial. (Foto: César Campos)
El Perú ocupa el tercer lugar en casos de violación sexual a nivel mundial. (Foto: César Campos)

Ella tiene siete años. Vive la vida llena de ilusiones. Sus grandes ojos redondos color granadilla se maravillan con lo que ve. No importa si es un dibujo animado o un libro sobre gatos. El caracol al que mira por la lupa le produce tanta fascinación como ese helado de fresa que se acaba de comer. Ella se siente segura, aunque a veces pregunta por los ladrones. Hasta ahora, su única preocupación, por suerte, es que se puedan meter a su casa a robar.

Ella tenía 16 años. Vivió la vida llena de ilusiones. Sus grandes ojos oscuros brillaban con una alegría que se transmitía a los demás. Al menos eso es lo que sus fotos nos dejan ver. Sus planes eran de campeones. Sus opciones eran muchas. Hoy acompañamos a sus padres en su dolor. Y queremos que les digan qué pasó ahí, cómo así murió. Si se confirma que esta niña murió en un contexto de abuso sexual, y se insiste en culpar a los padres, entonces fíjense en los padres de esos jóvenes y adolescentes hombres que estaban ahí presentes que no les enseñaron que a las mujeres hay que respetarlas, sin importar si están conscientes o no, si han bebido de más o, sobre todo, si la posición en la que se encuentran es de vulnerabilidad.

La violencia hacia la mujer se encuentra en todos lados. En 2016, los Centros de Emergencia Mujer (CEM) acogieron 14,925 casos de violencia familiar en Lima y 1,427 casos en Callao. De estos, el 38.6% en Lima y el 41.9% en el Callao tuvieron víctimas menores de edad. Además, atendieron a 2,198 víctimas de violencia sexual en Lima y a 224 en el Callao. Según la encuesta Lima Cómo Vamos, el 68.3% en Lima y el 62.4% en Callao de mujeres con pareja fueron violentadas por esta en 2016. Además, en 2017, el 69% de mujeres violadas han sido niñas, según cifras del CEM. Siete de cada diez mujeres violadas han sido menores de edad y casi siete de cada diez mujeres limeñas han sido violentadas por su pareja. A quienes han leído incrédulos estas cifras se las puedo repetir GRITANDO para que se den cuenta de que así es nuestra realidad: SIETE DE CADA DIEZ.

En un pestañear de ojos, mi niña de siete años tendrá 16. Y nosotros queremos que mantenga su confianza y su seguridad. Que viva una vida feliz, que pueda equivocarse y aprender de sus errores, que crezca para hacer de ella lo que quiera. Pero, ¿cómo hacerlo si a la vez hay que repetirle todo el tiempo que tenga cuidado, que no se deje tocar por nadie y que grite si algo pasa? ¿Cómo hacerle entender que ella puede y debe ser libre, si en su libertad cualquiera puede matarla o hacerle daño y, –peor aún– para muchos, será su responsabilidad lo que pasó? No avisó a tiempo, no gritó tan fuerte, se metió donde no debía o, simplemente, fue demasiado libre y confiada. Por eso es que ESTAMOS GRITANDO.