Costa Verde
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El colectivo Costa Verde de Todos publicó una foto, tomada por César Rozas, de un imponente delfín corriendo olas en la playa Triángulo de la Costa Verde. Un delfín en primer plano. Un delfín disfrutando del mar cristalino y del cielo, siempre gris, de nuestra ciudad. El mar es nuestro regalo. El mar nos recarga de energía. El mar nos refresca del calor fulminante del verano. El mar nos permite encontrarnos, salir con amigos, pasear con la familia. El mar nos enseña a respetar las fuerzas indomables, nos permite reconocernos mortales, nos interpela con nuestra fragilidad.

Sin embargo, parece que persistimos en negarle su carácter natural a la Costa Verde, uno de los símbolos de la capital. Insistimos en quitarle todo aquello que la hace bella, que la vuelve deseada. No fue suficiente con trasquilar su integridad a punta de terceros carriles y nuevos viaductos. Ni tampoco burlarse de ella instalando una pasarela peatonal que se erosiona diariamente. No bastó con ir eliminando, uno a uno, los cruces peatonales, bloqueándolos y ofreciéndonos estructuras metálicas transitorias que se oxidan con el pasar de los días. No importan las víctimas de los siniestros que ocurren constantemente. Y no, no es suficiente bajarle, con letrero, la velocidad a una autopista en la que los autos se sienten en una carrera de la Fórmula 1 si no se cambia también su diseño, si no se ofrecen accesos seguros suficientes.

Para mí esos titulares de periódicos y las noticias dando cuenta del “colapso” de los puentes peatonales el primer día del año por la afluencia de bañistas es una forma en la que la ciudadanía grita que necesita sus playas, que quiere su Costa Verde. Las autoridades se hacen las locas, miran al otro lado y no se atreven a devolvernos la Costa Verde como espacio público en lugar de que sea una peligrosa carretera. Tenemos que dejar de pensar que los puentes peatonales “colapsan” y más bien entendamos que hacen falta más. Más y mejores puentes, accesos y veredas para poder ir a disfrutar nuestras playas. Una Costa Verde humana que sea, de verdad, para las personas.

Quienes están atrás del colectivo Costa Verde de Todos nos están dando un legado fantástico: playas libres de escombros (gracias al apoyo de distintas organizaciones, entre ellas las municipalidades de Lima, de Miraflores y de Barranco), sin púas ni fierros peligrosos que ponen a los bañistas en riesgo, demoliendo estructuras de puentes abandonados por años, playas que se mantengan limpias y, sobre todo, nos están forzando –a punta de sus acciones y de fotos de delfines– a querer muchísimo nuestro litoral. Nuestra Costa Verde.

Este verano, si no lo has hecho aún, dale una oportunidad a la Costa Verde. Si quieres huir de las muchedumbres, escápate una tarde, luego del trabajo, y baja a mirar el atardecer, compra una raspadilla o un helado, camina por la arena o las piedras sin miedos y mira las olas romper. Quién sabe, quizá te encuentres con ese delfín de la foto y te sientas afortunado, invencible.

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