El alcalde de Villa María del Triunfo, Ángel Chilingano, entre los detenidos. (USI)
El alcalde de Villa María del Triunfo, Ángel Chilingano, entre los detenidos. (USI)

Estos días, el Perú ha vuelto a hundirse en una horrible crisis y los peruanos hemos presenciado –con espanto, aunque creo que sin sorpresa– la caída de la clase política nacional. Los intereses individuales de algunos empresarios y líderes políticos siempre han sido más importantes que el bienestar del país. Esta confirmación revuelve el estómago de aquellos que soñamos con un Perú mejor. Y aunque las declaraciones de Odebrecht aún traerán dolores de cabeza a quienes se frotaban las manos metiéndose billetes al bolsillo, ¿qué vamos a hacer con esos corruptos que aún no caen?

Me refiero a aquellos alcaldes y presidentes regionales que solo te reciben si dejas tu celular afuera de su oficina; a esos gerentes y subgerentes municipales que te llaman a un costado para proponerte “un negocito”; a esos funcionarios que te ofrecen venderte “más barato” la información que necesitas. A los servidores públicos que gastan más de lo que dice la planilla y que hacen alarde de sus ventajas. ¿Cuándo van a caer esos alcaldes que tienen un “secretario” con el que hay que resolver todas las licencias de construcción? ¿Cuándo va a caer ese funcionario que infla el presupuesto de las obras para beneficio de las empresas de sus familiares o propias?

¿Cuándo van a caer todos los demás corruptos que no están involucrados con Odebrecht, pues sus delitos no están siendo investigados?Esta semana, en medio de la ansiedad política, hubo dos noticias positivas en la lucha contra el crimen institucionalizado: primero, la confirmación de prisión para el ex alcalde de San Juan de Lurigancho Carlos Burgos, acusado de enriquecimiento ilícito y lavado de activos. Y, en segundo lugar, la captura –inicialmente no autorizada– del actual alcalde de Villa María del Triunfo, Ángel Chilingano Villanueva, por encabezar la organización criminal Los Topos de Lima Sur.

El Ministerio del Interior, bajo el liderazgo de Carlos Basombrío, investigó y puso en marcha el operativo para desactivar su banda. Si se confirma la renuncia de Basombrío al ministerio, el país no solo se queda con el riesgo de perder la democracia, sino también el impulso actual de la lucha contra la delincuencia.

Hay mucho trabajo pendiente; toca mirar abajo de la alfombra de todos los municipios, estoy segura de que mucha más mugre podrá encontrarse ahí.