La escritora y activista Maya Angelou advertía: “Si no te gusta algo, cámbialo. Si no puedes cambiarlo, cambia tu actitud.”. En nuestro país hay muchas cosas que parecen inmutables: la informalidad avanza y se afianza, el Congreso sigue encontrando nuevas (y ridículas) maneras de traicionar nuestra confianza, la selección en la última posición para ir al mundial y todos esperamos resignados un nuevo año electoral para el tradicional desfile de candidatos paupérrimos.
Pero considerando las sabias palabras de Angelou, el cierre de año y nuestra salud mental, es recomendable cambiar de actitud. Pues si giramos un poco de perspectiva, el 2024, a pesar de todo, ha sido un buen año para el Perú.
El mundo sigue lidiando con la estela de la pandemia: múltiples regiones envueltas en violencia y, las que no, todavía están navegando entre inflación, caos político y populismo. A eso le agregamos una cuota de eventos climáticos cada vez más impredecibles y no es difícil imaginar a incontables comunidades con un año para el olvido. Las comparaciones son odiosas, pero en este caso necesarias, pues en el contexto global actual, no son un logro menor los resultados macroeconómicos del Perú.
El manejo de Julio Velarde ya es de fama mundial. El APEC no hizo más que confirmar la genuina admiración que tienen economistas y líderes de todo el globo por el Banco Central de Reserva del Perú. Pero más allá de los laureles, estamos cerrando el año con una de las inflaciones más bajas de la región y una de las monedas más estables.
La macroeconomía tiene la (mala) reputación de estar desconectada del pueblo, como algo ajeno, intangible, pero estos resultados generan un impacto real en el consumo, ahorro, inversión y bienestar de todos los peruanos.
No es casualidad que cada vez más argentinos, bolivianos, venezolanos e incluso, chilenos, mexicanos y brasileños miren con sana envidia lo que venimos haciendo. Pues los que han vivido la tiranía de una galopante subida de precios y la tragicomedia de una moneda que pierde valor cada día, entienden que hoy los peruanos tenemos algo codiciado por muchos.
Esto no debería minimizar, en absoluto, la realidad que todavía hay demasiados compatriotas en situación vulnerable. Pero si estamos buscando razones para empezar el 2025 con una mejor actitud, la macroeconomía del país nos da un bienvenido y necesario empuje en la dirección correcta.