(Anthony Niño de Guzmán / @photo.gec.)
(Anthony Niño de Guzmán / @photo.gec.)

Hoy se cumplen sesenta y cuatro días desde que asumió la Presidencia y parece que el inquilino de Palacio de Gobierno no ha entendido aún que la subida sin control del dólar, el incremento en los precios de los productos de la canasta básica familiar, la retracción de las inversiones –que incide también en la falta de empleo–, la desconfianza ciudadana en el Ejecutivo son la consecuencia de su incapacidad para tomar decisiones (acertadas) y podrían revertirse en alguna medida, no con una varita mágica, pero sí con mano firme de quien ha sido elegido para gobernarnos en el próximo quinquenio y que no es otro que él mismo.

El último sondeo realizado por Ipsos es más que elocuente: un 61% de encuestados considera que el mandatario no tiene el liderazgo necesario para resolver los problemas del país. Un número muy importante de peruanos empieza a notar las limitaciones y la incapacidad del Presidente. Y eso, aunque le fastidie al oficialismo, no es por culpa de los medios de comunicación, que lo único que han hecho es poner en blanco y negro los oscuros nexos de algunos personajes de gobierno con el terrorismo, contrataciones indebidas, pasados misóginos y homofóbicos, sino por la toma de decisiones erradas, la incapacidad de corregirlas y la sociedad con un sentenciado por corrupción, Vladimir Cerrón, que un 83% considera que debe ser alejado del gobierno lo antes posible.

Paradójicamente, sin embargo, son Cerrón, Guido Bellido, Guillermo Bermejo, entre otros impresentables, los que gobiernan de facto con el cómplice silencio de quien se deja marcar la agenda. El jefe de Estado le debe a la ciudadanía una explicación, los peruanos no necesitamos un mandatario de adorno, porque si el Presidente está de adorno, quiere decir que no tenemos presidente.

El pueblo demanda que el jefe del Estado transmita confianza para que aumente la inversión privada y se genere más empleo (51%), así como apartar del gobierno a quienes tuvieron y tienen vínculos con el terrorismo (38%).

La decisión del Ejecutivo de plantear cuestión de confianza por el ministro de Trabajo, Iber Maraví –quien hoy será interpelado por el Parlamento por sus nexos con la agrupación terrorista Sendero Luminoso–, sin embargo, evidencia que el gobierno de Pedro Castillo no tiene propósito de enmienda, que seguirá en “modo avión” y ciego, sordo y mudo ante las exigencias de la población.

Una población que tiene derecho de tener un gobernante con los pantalones bien puestos y los principio bien claros, que no insulte la memoria de las víctimas de la insania terrorista y que no sea mangoneado por corruptos y senderistas.