Como se recuerda, el dos veces jefe del Estado (1985 - 1990 / 2006 - 2011) permanece en el país desde noviembre cuando el Poder Judicial dictó un impedimento de salida por 18 meses en su contra. (Foto: GEC)
Como se recuerda, el dos veces jefe del Estado (1985 - 1990 / 2006 - 2011) permanece en el país desde noviembre cuando el Poder Judicial dictó un impedimento de salida por 18 meses en su contra. (Foto: GEC)

El sentido común no nos falló. Resulta que el “chuponeo” al ex presidente García no existió. Como varios comentamos en ese momento, considerando que los supuestos “golpe de Estado”, “persecución política” y “asilo democrático” denunciados durante esas semanas de noviembre y diciembre de 2018 fueron una farsa, el montaje armado alrededor del chuponeo era poco creíble.

La historia que la turba alanista quiso armar fue inverosímil, sobre todo porque en ese momento ya sabíamos que el equipo dentro de la camioneta allanada no era de chuponeo, sino de captura de imágenes y transmisión de video que la policía usa en sus operativos de seguridad. Algo que finalmente tres peritos del Ministerio Público, luego de analizar los equipos en cuestión, han confirmado.

La historia más creíble es que el aprismo revoltoso identificó una oportunidad para sembrar caos con la historia de la persecución. Siempre han sido buenos en armar escenarios de confusión, pero esta vez el tiro les salió por la culata, contribuyendo negativamente a la imagen de su líder en un momento en el que son pocos los que lo toman en serio.

En esta historia de tragos amargos, el más agrio ha sido que el ex presidente García, acorralado por el mismo cerco que tiene a buena parte de los líderes políticos sitiados, no tuvo reparos en intentar exponer al Perú al mundo como una dictadura. Nos puso al nivel del madurismo. También maltrató a la Policía Nacional con su acusación. Intentó aplastar todo a su paso para evadir enfrentar una acusación que, con la responsabilidad que trae haber sido presidente dos veces, debería aclarar con bastante más valor y entereza.

Si la acusación es falsa, la historia se lo reconocerá, pero haber usado al país como su escudo de defensa es algo que nunca debemos olvidar.

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