Al anunciarse la construcción del nuevo aeropuerto de Cusco, se esperaba que, al fin, esta región tenga un aeropuerto que no dependa de Lima para recibir pasajeros. Incluso, muchos imaginaban que, en el futuro, habría vuelos entre Madrid y Cusco sin escalas. Sin embargo, aquellos soñadores tendrán que seguir soñando.

Peter Cerdá, vicepresidente de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo para Latinoamérica (IATA), manifestó que, por la altura del aeropuerto y los fuertes vientos de la zona, habría limitaciones de carga para las aerolíneas. Por ello, Cusco no podrá recibir vuelos transoceánicos, dado que, por el peso y tamaño de las aeronaves, no tendrían capacidad para aterrizar en Chinchero.

La mediocridad le ha puesto fecha de caducidad a Chinchero antes de ser construido. Es esa mediocridad que vemos en costosas carreteras estrechas que pudieron ser autopistas amplias y más baratas. Eso sucedió con Chinchero; que pudiendo ser un hub mundial, terminará siendo un aeropuerto mediocre más de provincia, pero con fachada más estética y con el consuelo de que podrá recibir vuelos de la región.

¿Hasta cuándo se permitirá que los aeropuertos en provincias sean terminales deficientes que, con una remodelación paupérrima, Lima los considere óptimos? Y un claro ejemplo de aquello es que la gran mayoría de aeropuertos del país carecen de sistemas ILS categorías II o III, que permiten los aterrizajes con poca o nula visibilidad. Porque, de tenerlos, aumentaría el flujo de vuelos nocturnos en las regiones y evitaría que, por mal clima, sobre todo en la sierra, se cancelen vuelos y queden varados pasajeros.

Por ello, es imperativo que el gobierno reconsidere Chinchero, y que, a partir de ahora, los aeropuertos de provincias tengan los estándares de terminales de primer nivel.

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