- Nuestra sociedad está tan podrida que hemos llegado a ver cómo un elemental alcahuete farandulero acumuló tanto poder. Hasta candidatos presidenciales serios se prestaron a sus contactos mediáticos y sus populismos oclocráticos de mal gusto, para llegar al vulgo, por no hablar de esas ramificaciones en los pasillos judiciales, fiscales y políticos que están apareciendo y que, me imagino, serán mucho más profundas y corruptas de lo que creemos. Con la atomización política extrema que vivimos y tanto ‘electarado’, este personaje podría haber llegado más allá aún de congresista o alcalde distrital si hubiera querido. Muchos creen que con el ignorante extremo de Pedro Castillo tocamos fondo, pero no es tan remoto en el Perú de estos días que personajes esperpénticos, lisérgicos y demenciales como Antauro o Chibolín llegasen al poder. Cualquiera de estos dos sujetos pasa a la segunda vuelta con Keiko, y los caviares, los rojos, los socialconfusos y los fronterizos votarían por estos (o se abstendrían). Y Pedro Francke, Verónika Mendoza, Harold Forsyth, Mohme, Rodríguez Cuadros, Mirtha Vásquez, etc., se pondrían a su servicio. Y no se sorprendan si alguna vez Vizcarra regresa a Palacio.
- La columnista Yesenia Álvarez cae en lo fascistoide, y lo más penoso es que no se percata de ello, a pesar de ser bastante inteligente. Avalar que el Estado, tu centro de trabajo y tu universidad te sancionen penal, laboral y administrativamente por algo sucedido (por más condenable que eso sea) en un evento PRIVADO es totalitario. Basta con la condena y el repudio social. Nadie cuerdo defiende aquí el contenido atroz, sino la esfera de lo PRIVADO. Tiempos terribles son estos para las libertades (sí, eres libre en tu ámbito privado de hacer lo que te da la gana), sacrificadas por las buenas intenciones, las modas del momento (woke, gay, ecologistas, feministas e indigenistas extremos, etc.), lo políticamente correcto, el Internet invasivo, el populismo mediático y la moralina (que no la moral).