Luis Bedoya Reyes se reunió con Alberto Beingolea. (Foto: Agencia Andina)
Luis Bedoya Reyes se reunió con Alberto Beingolea. (Foto: Agencia Andina)

Más de un millón de personas en San Juan de Lurigancho no tiene agua o padece racionamiento en medio del calcinante verano limeño. Los científicos avizoran un Niño al cual le añaden una ola de calor en la costa peruana que provocará fuertes lluvias de consecuencias imprevisibles. Pero nuestro denostado Congreso está en otra. Al inicio de la desgracia, hubo interés y protesta por lo ocurrido en SJL. Luego se fondeó en la indiferencia total.

La atención está focalizada en demoler más al Congreso. Lo indica el anuncio de una auditoría a las gestiones de 2016 a la fecha. Eso augura una platea ávida de encontrar irregularidades en los dos primeros períodos fujimoristas para contrastarlos con la –aunque tránsfuga– actual presidencia. Eso cae de maduro.

En medio de ello, hasta el presidente niega ser ‘pepekausa’. Les apesta el partido (virtual o no) que los llevó al poder. El mandatario está concentrado en ser justo con el sueldo de los alcaldes, la gran necesidad populista del momento. En una entrevista a este diario, el centenario Luis Bedoya Reyes le aconseja al presidente “que no se entregue a las fuerzas que están acostumbradas a gobernar por vía indirecta”.

Una observación tan aguda como real. Están ‘recontraempoderados’ quienes no obtuvieron los votos suficientes para lograr una mayoría parlamentaria. Actualmente los votos no valen un cuerno. Cero. De nada sirve haber pasado por una larga contienda electoral. Se cuestiona hasta la cifra repartidora, claro está, luego del enojoso resultado para un sector.

Ahora tenemos ‘catones’ que nos dicen cómo debe ser la democracia: a la medida de sus necesidades y conveniencias. Ellos señalan qué es ético y qué no. Gobiernan, como dijo Bedoya, por vía indirecta. No sacan votos pero tienen poder. Juzgue usted.

Hay un tema donde sí es posible un legítimo consenso y es el que demanda el ‘Tucán’ en el diálogo mencionado: que la Vía Expresa, el ‘Zanjón’, lleve su nombre. Legítimo pedido. Si bien el diseño no fue suyo, como él mismo afirma, lo llevó a la práctica, tal vez lo más difícil en un país como el nuestro.

La historia de cómo Bedoya consiguió un préstamo de 10 millones de dólares para construir el ‘Zanjón’ es desopilante. Un ex embajador peruano en EE.UU., casado con una acaudalada norteamericana propietaria del National Bank, lo gestionó, pero Bedoya puso las condiciones. Dos años de gracia, 6% de interés, con el aval de la propia Municipalidad de Lima. Algo insólito en las finanzas. ¿Alguien se opone a este justo reconocimiento?

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