La chamba que nos espera
La chamba que nos espera

De tanto ver a los bomberos uno cree que el agua apaga incendios. Pero no es tan exacto. Se utiliza agua porque enfría las cosas y eso impide que ardan. En realidad, el agua es eficaz cuando se transforma en vapor por calor y quita el oxígeno que alimenta el fuego. En determinados incendios, cuando la fuente es aceite, electricidad o gas, el agua no sirve. Más bien, los agrava. Para apagarlos se utilizan extintores que inyectan a presión espumas, polvos o arenas que quitan oxígeno. Lo mismo sucede con la explosión de bombas para apagar incendios de petróleo. En consecuencia, todos los incendios se apagan cuando se quita oxígeno al fuego, pero no todos se apagan de la misma manera. Se requiere identificar el origen del incendio y saber cómo atacarlo.

De las desgracias que nos deja la cuarentena, entre las peores está haber perdido más de tres millones de empleos. La ministra anterior quiso resolver el desempleo impidiendo los despidos. En plena cuarentena, por ejemplo, cuando el Gobierno había establecido procedimientos especiales para que se suspendieran labores, el Ministerio de Trabajo autorizó apenas el 1% de las solicitudes. Mal en política, porque fue un abuso de poder. Mal en derecho, porque resolvió en contra de causas justificadas evidentes. Pero, sobre todo, mal en el afán de proteger a los trabajadores porque, al aumentar artificialmente los costos de despido, la consecuencia directa será una tendencia menor a contratar nuevos trabajadores.

Tener el nivel de desempleo que sufrimos es un descalabro económico que produce una pobreza inaceptable. Pero generar empleo va a ser bien difícil. Ya no somos un país atractivo para las inversiones. Peor aún, estamos entre los de peor desempeño económico y mayor desgracia sanitaria. No podemos ignorar esta situación ni disfrazarla. Tampoco podemos esperar al nuevo gobierno, porque un año es mucho tiempo. Es una tarea urgentísima que debemos realizar aquí y ahora, con lo que tenemos.

El programa Arranca Perú generará empleo temporal. Ayuda pero no basta. Lo que realmente promueve el empleo permanente es la inversión pública y privada. Allí están los megaproyectos de irrigación agraria, de infraestructura y de minería paralizados porque no se tiene el carácter para superar diferencias ni para asumir responsabilidades. Valentía, señor, contra cualquier bulla, marcha o caída en encuestas. Si le falta coraje, piense en el hambre y la desesperación que el desempleo produce. Si quiere un futuro, piense en el rostro feliz de los niños cuyos padres trabajan.


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