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Redacción PERÚ21

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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

Sin duda el aspecto más preocupante del estudio publicado ayer por Perú21 (Pulso Perú, junio 2014) es ese 31,4% de peruanos que consideran adecuadas las respuestas autoritarias y estatistas en la búsqueda del desarrollo y el orden social. Muchos de ustedes creerán que esta percepción está errada desde el inicio: ¿cómo podría alguna persona creer que la restricción de las libertades básicas promete un futuro mejor?

Si es de los que se hizo dicha pregunta, felicitaciones, usted está en el 68,4% de la población que cree en ideas liberales, progresistas, conservadoras o una mixtura de ellas. Lo importante, no obstante, es entender que 3 de cada 10 peruanos consideran que el Estado debe restringir el acceso a información, que la formación militar debe ser obligatoria, que las libertades sexuales deben estar restringidas, que se debe limitar el libre tránsito de bienes, servicios y personas, entre otras cosas.

Como bien sostuvo ayer Aldo Mariátegui, no es casualidad que 30% y 31% de los peruanos hayan elegido en primera vuelta en el 2006 y 2011, respectivamente, la propuesta política del nacionalismo (la original, aquella denominada "Gran Transformación"). Que hoy nos gobierne una hoja de ruta es, a fin de cuentas, un feliz accidente.

Sin embargo, queda ese 31% de peruanos disconformes con nuestro modelo de desarrollo, no solo económico sino también político y social. Antes que los progres salten de felicidad sobre esta realidad, caigan en cuenta que las ideologías "elitistas" –progresistas y liberales, 3.2% y 4.8%, respectivamente– son un cuento que encanta a cuatro gatos.

La batalla de ese 69% es ganar las mentes de ese 31%. ¿Cómo? Para empezar, demostrando que se puede lograr un desarrollo inclusivo en base a instituciones liberales, tanto políticas como económicas. Hoy suena utópico: son justamente las diferentes formas de ver el orden económico de los grupos progresistas y liberales lo que genera los mayores debates. La realidad es distinta: cuanto más prolonguemos esta absurda pugna, menos tiempo tendremos ambos grupos para defender al menos lo esencial de lo avanzado. No podemos estar tan ciegos.