Luis Castañeda Lossio defendió su tercera gestión. (Perú21)
Luis Castañeda Lossio defendió su tercera gestión. (Perú21)

Luis Castañeda finalmente deja la Alcaldía de Lima. Prefirió transitar sus últimos meses silenciosamente, aprovechando que la tormenta política agitaba otras latitudes. Igual cualquier esperanza que hubo en su gestión ya se había desvanecido. Si no se cayó, se desplomó.

A días de dejar el sillón municipal, de cada diez limeños, menos de dos lo respalda. Su propio equipo lo fue abandonando entre conflictos internos de pequeña escala y un caos de gestión del que ya nadie se quiere hacer responsable. De esto poco se ha hablado porque a casi nadie le importa, pero actualmente su partido no es más que una inscripción. Él mismo ya ni parece tener ganas.

Si antes se le recordaba por constructor, en este tercer periodo ha tenido muy poco para mostrar. Lo que hizo bajo su marca personal trajo bastantes más problemas que soluciones, como el infame by-pass de 28 de Julio, que se convirtió en el sello de una gestión que nunca encontró el norte. Lo mismo con la ampliación de carriles que arruina zonas residenciales, la Costa Verde maltratada, el Metropolitano colapsado o la debilidad para mejorar el transporte que, luego de cuatro años, sigue igual de caótico. Ni mencionar la serie de denuncias sobre la administración del Parque de las Leyendas y los parques zonales.

Lo que más enfada es la oportunidad perdida. Arrancó su gestión con una aprobación de niveles vizcarristas y una defensa cerrada desde el Congreso. Tuvo el apoyo y no lo aprovechó. Hasta las escaleras y el SISOL, que en su momento solucionaron problemas, perdieron la fuerza inclusiva que tuvieron. Es como si hubiesen apagado la luz de la municipalidad y dejado que el tiempo transcurriese.

Lo único que queda es que el entrante Muñoz vuelva a prender la máquina y se asegure de que todo comience a funcionar.