El libro reúne la información de doce agentes de inteligencia cubana que dejaron la isla para irse a Estados Unidos. El más notable es Aspillaga, que defeccionó en 1987. Hasta Aspillaga, los norteamericanos, con esa ingenuidad que los puede caracterizar, consideraban a los servicios cubanos como amateurs. Pero la información les hizo darse cuenta de que ellos, los norteamericanos, eran el insecto en el microscopio y no el ojo que miraba. Ahí se quedaron estupefactos. Pero, reflexionemos. ¿Qué beneficios le da al gobierno cubano el inmenso gasto en semejante aparato de inteligencia? Bueno, vender esa información a China, Rusia, Irán y otros enemigos de Norteamérica. Esas técnicas de inteligencia también les sirven para la penetración que está realizando en Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Argentina y otros países que creen estar a salvo de este contagio.