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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), en un evento en Washington ante una comunidad de expertos en inclusión financiera, inicia su intervención contando la experiencia de Maximiliana, una mujer ayacuchana a quien visitó hace dos años aprovechando su visita al Perú. Contó cómo Maximiliana, quien trabajó con el programa Haku Wiñay, ha logrado ampliar su base productiva, mejorar su vivienda y generarse nuevas fuentes de ingreso. Lagarde destacó cómo el acceder a servicios financieros había permitido a Maximiliana lograr estos positivos cambios más rápido, con mejores resultados y con más seguridad.

El ejemplo de Maximiliana es uno de millones de casos que, a nivel global, muestran cómo la inclusión financiera trae beneficios para las personas, sus familias y sus emprendimientos.

El FMI viene generando evidencia que demuestra que la inclusión financiera es positiva para las economías de los países. Más inclusión financiera se correlaciona con más crecimiento y menos desigualdad. Estos argumentos a nivel macro, poderosos y sólidos, son los típicos en un organismo como el FMI. La novedad es que estos argumentos, macro, vienen siendo complementados con argumentos micro, basados en ejemplos como el de Maximiliana. El que el FMI una estos argumentos –macro y micro– da una señal fuerte y clara sobre la urgencia de potenciar las acciones a favor de la inclusión financiera, desde las agendas de la política económica, como desde las de la inclusión social.

Si como país damos insumos y ejemplos para agendas globales a favor de la inclusión financiera, ¿por qué el tema pasa desapercibido en la agenda local? Parece que nos estamos perdiendo en discursos en vez de avanzar en temas de fondo, que como este logran cambiar la vida y las oportunidades de millones de personas en el Perú y en el mundo.