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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La inclusión financiera es algo positivo. Mayor inclusión financiera trae beneficios para el individuo, la familia o la empresa que accede y usa productos y servicios financieros. Con ellos pueden usar mejor sus recursos, manejarlos intertemporalmente, protegerse ante eventos inesperados e invertir para incrementar su flujo de ingresos y prosperar.Más inclusión financiera se traduce en mayor estabilidad, más crecimiento y menos desigualdad. No hay inclusión económica ni social sin inclusión financiera. Así, una mayor inclusión financiera nos beneficia a todos: a quienes logran incluirse, pero también a los ya incluidos financieramente.

Avanzar en la inclusión financiera exige una mayor y mejor oferta de productos y servicios financieros, junto con mayores capacidades financieras en los usuarios actuales y potenciales del sistema financiero.

Hay tarea que hacer, desde quienes ofrecen los productos y servicios, pero también desde los usuarios, es decir, desde la demanda.

Para que los usuarios, actuales y potenciales, sean parte activa del proceso de inclusión financiera, se requiere de entidades que hagan suya su voz, que velen por sus derechos, que agreguen sus demandas y reconozcan los vacíos entre lo que se ofrece y lo que necesitan.

Son claves las entidades que trabajan con ambos lados de la ecuación, con quienes ofrecen los servicios financieros y con quienes los usan (y usarán). Una de esas entidades es la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS).

En estos tiempos, donde con facilidad se desacredita a entidades y se escuchan propuestas, en muchos casos con fuerte sesgo político y electoral, debemos preocuparnos por fortalecer al regulador, por asegurar que mantenga su independencia y profesionalismo, y por evitar que la turbulencia de estos días afecte seriamente a una entidad que tiene un papel protagónico en la agenda de crecimiento e inclusión.

trivelli@iep.org.pe