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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

¿Qué peruano puede jactarse de haber compartido una mesa de reflexión en la Universidad de Stanford, una de las más importantes del mundo, con el presidente Obama y con el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg?

Pues solo Mariana Costa Checa –a quien no conozco personalmente–, que es fundadora y directora ejecutiva de la empresa social Laboratoria, en la que se enseña a chicas de bajos recursos a hacer páginas web como un primer empujón para que puedan trabajar luego en el sector tecnológico. Ellos reivindican que vienen consiguiendo que un 60% de sus egresadas consigan un empleo. La acompañan en Laboratoria una docena de otros muchachos, tan o más jóvenes que ella, que están sacando adelante este proyecto que ya tiene sedes en Lima y Arequipa, así como México D.F. y Santiago de Chile.

Este proyecto no es sino la punta del iceberg de los múltiples esfuerzos de jóvenes entusiastas que, si bien tienen poco interés en la política (y quizás por buenas razones), sí están muy comprometidos con su país y quieren contribuir a solucionar problemas concretos de la gente.

La mayoría son universitarios o recién graduados que se organizan en voluntariados a los que dedican su tiempo y conocimientos, y para los que muchas veces logran algún apoyo de empresas privadas. Hay muchos otros ejemplos de esta dedicación gratuita y generosa: Un techo para mi país, que tiene larga experiencia construyendo viviendas básicas para la gente en extrema pobreza; Crea+, jóvenes universitarios que ayudan en la nivelación escolar en escuelas de barrios pobres de Lima y otras ciudades. Da un Chance, que apoya con los gastos educativos de niños con potencial y sin recursos; Yaqua, que vende agua embotellada y destina el 100% de las utilidades a proyectos de agua en zonas muy pobres; Kusimayo, con sus proyectos Calor para Puno y Casa Caliente Limpia, entre las que conozco. ¡Bravo por todos ellos!