Cannabis medicinal
Cannabis medicinal

La semana pasada ocurrió un hecho histórico: el Congreso aprobó la ley que permite el uso del cannabis con fines medicinales. No obstante, en paralelo apareció una preocupación, puesto que dicha ley contempla a los laboratorios y las universidades como los únicos encargados de cultivar y procesar el cannabis. Por ello, ante esta situación, vale la pena observar cómo funciona esta regulación en Estados Unidos, nación pionera en la materia.

En dicho país, el uso del cannabis con fines medicinales ha sido aprobado y reglamentado en 26 de los 50 estados, y se espera que a finales de 2018 sean 32 los estados que cuenten con dicha regulación. De estos, el 92% ha establecido como un requisito obligatorio registrarse en un padrón de usuarios, para lo cual se tiene que pagar una prima anual promedio de US$72. Solo de esta manera se puede acceder a la oferta de cannabis medicinal. Ante ello cabe preguntarse ¿quiénes se encargan de abastecer a los usuarios?

En el 96% de los estados donde se implementó la regulación en cuestión se permitió el autocultivo, autorizando a los usuarios registrados cultivar hasta 7 plantas de cannabis en promedio. Asimismo, en el 50% de los estados se permitió, en paralelo y sin mayores restricciones, su producción a las empresas y organizaciones sin fines de lucro –debidamente registradas–, fomentando así una situación de competencia.

Claramente, la realidad norteamericana difiere mucho de lo que se ha propuesto en la ley peruana, puesto que aquí (aparentemente) no se priorizó la necesidad de los pacientes, quienes en muchos casos enfrentan situaciones económicas adversas. Permitir el autocultivo –situación que actualmente se da en la ilegalidad– abarataría considerablemente el costo de los tratamientos de cannabis medicinal. Felizmente, aún estamos a tiempo para mejorar esta buena iniciativa.