Daniel Urresti es candidato de Podemos. (Foto: Jesús Saucedo @photo.gec)
Daniel Urresti es candidato de Podemos. (Foto: Jesús Saucedo @photo.gec)

Hubo un tiempo en que la llamada “judicialización” de la política era vista como una mala señal para la ciudadanía. Ponía en riesgo, se decía, la credibilidad de nuestra democracia y podía terminar incluso trayéndose abajo a la partidocracia que, de un modo u otro, había surgido y se había consolidado tras el derrumbe de la dictadura fujimorista, cuyos vástagos –reales y figurados– estuvieron, por cierto, entre los primeros en celebrar tal tendencia, conforme las imágenes de exfuncionarios, empresarios o políticos enmarrocados comenzaron a hacerse frecuentes en los medios.

Hasta que las órdenes de detención preventiva comenzaron a tocar también las puertas de sus líderes partidarios más encumbrados. Entonces se acabaron las barritas y los polos con el rostro de los fiscales que realizaban todavía las primeras pesquisas sobre Odebrecht.

Años después, que los políticos estrechamente vigilados por el Ministerio Público sean legión, forma parte ya de una realidad cotidiana e incontrovertible. Tanto así que hasta tenemos dos partidos –Fuerza Popular y el Partido Nacionalista– a punto de ser excluidos de los próximos comicios presidenciales, pues, a consideración de los fiscales, estos han sido usados por sus cúpulas más como organizaciones criminales que como agrupaciones políticas.

Pero no son los únicos. Según el informe que Perú21 publicó el domingo, un tercio de los potenciales candidatos a la presidencia de la República están también bajo la lupa de la Fiscalía, con investigaciones abiertas y en proceso. Y si bien ahora los ciudadanos con sentencias en primera instancia por delitos dolosos están impedidos de postular –lo cual es ya todo un avance–, basta revisar las listas de candidatos al Congreso para encontrar una nada modesta caterva de denunciados, investigados o prontuariados.

No seamos cándidos, los electores tenemos la responsabilidad de informarnos sobre los antecedentes de los candidatos para que no nos pasen gato por liebre. Es verdad que siempre se pide lo mismo en cada proceso electoral, pero en un contexto de develamiento progresivo de vinculaciones entre las cúpulas políticas y la corrupción, rindamos homenaje a la patria, en su bicentenario, escogiendo bien, al menos esta vez.

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