(USI)
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Hace unos días, una cámara captó uno de los eventos más reveladores de la actual campaña electoral. Mientras se encontraba recorriendo la ciudad en busca de votos, el candidato del partido Perú Libertario, Ricardo Belmont, tuvo un breve diálogo con una ciudadana que quería saber cuáles eran sus propuestas para Lima.

La primera vez que fue consultado al respeto, Belmont respondió con evasivas: “la propuesta es decir la verdad. Mi prioridad número uno, los peruanos”. Cuando la misma ciudadana le repreguntó por sus propuestas, Belmont respondió con una evasiva todavía más ingeniosa: “¿Una propuesta? Darte un beso, mi amor”. “Lo que pasa es que si yo les hago una propuesta, se me achoran, si no cumplo”, trató de explicar el candidato.
Este intercambio entre Ricardo Belmont y una peruana interesada en informarse quedaría en lo anecdótico si no fuera porque es síntoma de un problema mucho más grave. Es, como digo: revelador. Belmont no evadía la pregunta porque quería hacerse el gracioso, sino porque realmente no sabe qué va a hacer si llega a la alcaldía de Lima. Al menos su plan de gobierno no da muestras de que sea un gestor capacitado.

De los planes de gobierno que he leído hasta el momento, el de Ricardo Belmont es el más asombroso. Asombroso porque son tan solo 37 diapositivas en Power Point que a lo mucho recogen buenos deseos. ¿Propuestas concretas y detalladas sobre transporte, vivienda y seguridad ciudadana? Brillan por su ausencia. A modo de ejemplo de lo que es el plan de gobierno de Belmont, considérese dos de las tres propuestas planteadas para combatir la corrupción en Lima:

- “TRANSPARENCIA PERMANENTE DE LA GESTIÓN.”

- “En la Municipalidad de Lima Mejorar todo el sistema de atención al ciudadano e innovar con tecnología, modernizando la administración municipal.”

Yo no sé ustedes, pero para mí esto es gato por liebre. O, tal vez mejor dicho, besos en vez de propuestas. Todos los políticos, desde Castañeda a Keiko Fujimori, pasando por PPK y Vizcarra, nos dicen que van a ser transparentes. Decir que uno va a tener una gestión transparente es a lo mucho una promesa, pero no una propuesta ni una solución. Es, en realidad, una obligación que debería caracterizar a toda gestión municipal. Lo que debería decirnos un plan de gobierno es cómo el alcalde va a garantizar una mayor transparencia, qué medidas va a tomar.

En el caso de la propuesta de mejorar el sistema de atención al ciudadano e innovar con tecnología ocurre lo mismo: son palabras vacías que no nos dicen nada concreto. A lo mucho es una manera de rellenar un “plan de gobierno” que no se han tomado la molestia de elaborar.

A quienes están pensando votar por Belmont o simpatizan con sus declaraciones sobre la inmigración venezolana, yo les recomendaría leer su plan de gobierno (aquí pueden hacerlo o pueden también leer mi informe para Altavoz). En octubre no vamos a votar por una persona que decida sobre el ingreso de venezolanos al país, sino por el político que tendrá en sus manos la gestión de nuestra ciudad. El plan de gobierno de Perú Libertario muestra algo que debería preocuparnos a todos: un candidato sin ideas y sin un equipo técnico que lo respalde. ¿De verdad queremos dejar nuestra ciudad en manos de estas personas? Espero que no.

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