Alejandro Toledo se pasó de copas y acabó preso tras armar un escándalo. (GEC)
Alejandro Toledo se pasó de copas y acabó preso tras armar un escándalo. (GEC)

Con Alejandro Toledo tras las rejas de una celda californiana en los Estados Unidos, ya son dos los presidentes peruanos arrestados en otros países, en calidad de prófugos de la justicia. El primero, como se recordará, fue Alberto Fujimori, capturado en Chile, y, curiosamente, su antecesor en Palacio de Gobierno.

Aunque ocupará un espacio modesto en la prensa internacional, tampoco puede decirse que la noticia vaya a pasar inadvertida del todo, ya que el Perú debe andar por estos días en el radar de los inversionistas, con el tema de Tía María y el paro convocado por autoridades arequipeñas contra la aprobación del proyecto minero. Es, en ambos casos, el Estado de derecho en nuestro territorio lo que estará en el candelero: la imagen de presidentes entrando y saliendo de la cárcel, con paisaje social de protesta al fondo, no es precisamente ideal para un país que necesita inversiones importantes para salir del marasmo económico.

En lo que respecta al hombre de Cabana, la detención era esperada y se justifica en toda regla. El Ministerio Público ha hecho bien en llevar el proceso con la discreción necesaria para evitar filtraciones y fugas. Es cierto que el trámite de extradición no lo traerá de inmediato, pero al menos estará sometido a la vigilancia de la Policía norteamericana, con lo que –aun saliendo bajo fianza– sus posibilidades de salir de los EE.UU. con rumbo desconocido se reducen.

Toledo debe responder a la justicia peruana por presuntos sobornos recibidos de Odebrecht, relacionados con obras elefantiásicas como la carretera Interoceánica –que su exsocio Josef Maiman, hoy colaborador eficaz de la Fiscalía, ha detallado meticulosamente– y por el caso Ecoteva, sobre el que pesa una acusación pendiente por lavado de activos y un pedido de 16 años de prisión para él y su esposa, Eliane Karp.

Previsiblemente, el expresidente –al igual que el exjuez César Hinostroza en España– alegará persecución política para enfrentar el proceso de extradición en los EE.UU., donde la Cancillería deberá prepararse bien para ganar un litigio que lo traiga de vuelta al Perú. Y para alojarlo no precisamente en el Hostal Melody.